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Delgada y sinuosa
como la cuerda mágica.
Rubia y rauda:
                                dardo y milano.
Pero también inexorable rompehielos.
Senos de niña, ojos de esmalte.
Bailó en todas las terrazas y sótanos,
contempló un atardecer en San José, Costa Rica,
durmió en las rodillas de los Himalayas,
fatigó los bares y las sabanas de áfrica.
A los veinte dejó a su marido
por una alemana;
a los veintiuno dejó a la alemana
por un afgano;
a los cuarenta y cinco
vive en Proserpina Court, int. 2, Bombay.
Cada mes, en los días rituales,
llueven sapos y culebras en la casa,
los criados maldicen a la demonia
y su amante parsi apaga el fuego.
Tempestad en seco.
                                            El buitre blanco
picotea su sombra.
si lloro, debe de ser un montón
si vivo, debe de negociarse primero con vos
aunque tú respuesta es seguro "me importa poco"
Aunque prefiero que digas "ojalá te mueras",
Aunque que te olvides de mí
Por más sano que sea
¿Como mierda hago para convencerme
De que en realidad no me duele?
No sé, por ahí tendría que sufrir lo mismo que vos
(O más)
((Seguramente más))
Romperme en mil añicos,
Separarme de mil amigos,
Separarme de mí,
Nunca de tí...
A pesar de que la primavera vuelve a nacer,
Yo muero cada agosto
tanto como la culpa lo considere necesario.
Veintiuno de septiembre la primavera vuelve a nacer
y las flores quedan en el florero.

— The End —