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Mujer de un funcionario romano,
recorriste la tierra
-sombra suya- de Gades a Palmira.
Soles distintos te doraron,
maduraron tu piel, fueron dejando
seco tu corazón.

                    Cómo sería tu cabeza, tu mano,
lo que fue carne tibia, vestidura del alma
y luego piedra silenciosa...
Ahora la mano ya no está en la piedra.
Y la cabeza fue limada, desfigurada y corroída
por el agua que la albergó durante siglos.
¿Cómo serías? Imagino que el escultor,
sumiso a los clientes, las rutinas,
los tópicos vigentes en la Roma de los Césares,
copió de ti la apariencia banal.
¿Serías verdaderamente
-no quedan rasgos que dejen comprobarlo-
matrona dura que mandaba sus hijos a la guerra,
que prefería muertos valerosos,
soledad y desolación,
antes que amor, calor y compañía de cobardes?
¿O tu rostro impasible
revelaría otra verdad?

Ahora no tienes ojos,
ni siquiera de piedra,
para que en ellos se refleje y cante el mar,
el mismo que rompía en tus ojos humanos
y te vestía de llamas azules.
(A la orilla del mar ocurriría aquel amor).

Un legionario, un soñador, un triste,
a la orilla del mar... Y le decías:
«Ráptame, llévame contigo, da a mi vida
sentido y esperanza, olvido y horizonte,
dale vida a mi vida». (El fingiría indiferencia
cuando subías con ofrendas al templo.

Y te abrazaba, enloquecía, te daba vida y muerte
cuando estabas con él a solas.)
El día que marchaste, dócil al lado de tu esposo,
a otro sol y otra tierra del Imperio,
lloró desconsolado el que era fuerza tuya.
Te hizo un collar de lágrimas
el que bebió tus lágrimas.
(Esto debió de suceder en la Imperial Tarraco).

Ahora no tienes ojos, ni siquiera de piedra.
El mar y el tiempo los borraron.
(Dentro del mar se pudriría aquel amor).
Sólo te queda la impasibilidad con que te imaginaron
para edificación y pasmo de los hombres.

Jamás podrá la piedra
albergar un soplo de vida.
Y entonces, dónde ha ido tanta vida,
dónde está tanta vida que la piedra no puede contener,
no puede imaginar y transmitir.
Tanta vida que fue la salvadora
del olvido y la nada, ¿habrá muerto contigo?
Cómo puede morir lo que fue vida.
Quién puede asesinar la vida.
Quién puede congelar en estatua una vida.

Qué hay en común entre este bulto
-pliegues rígidos y elegantes,
rostro esfumado, manos mutiladas-
y aquella estatua de ola tibia,
aquel pequeño sol poniente,
aquel viento de carne pálida,
aquella arena palpitante,
aquel prodigio de rumores:
o que tú fuiste un día,
lo que eres para siempre en un punto del tiempo y del espacio,
en el que escarbo inútilmente
con el afán de un perro hambriento.
Leydis Sep 2017
Mi boca sangra de deseo,
chorrea por tu aliento,
se excita en tu anhelo,
en el poder con esa boca
comerte todito entero.

Mi boca quiere;
saborear contigo el tiempo,
en tus labios conocer
el sahumerio de tu pasión,
morderte la sabiduría,
mientras voy dejando
tu cuño en mi cintura.

Mis ardientes labios quieren;
corroer tu miedo a quererme,
a entregarte a mis locuras,
a carcomerte en dulzura,
de endulzarte la amargura,
apolillar esas rancias dudas,
con un beso…………..
que borre lo antiguo,
que embelesa al tiempo,
que se acobija en tu pecho,
y te derroque esos muros de desasosiego.

Mi boca es cristalinas,
para que en ella se refleje
un hombre deseado, amado y venerado
como ningún otro en esta vida.

Siempre pintada con el más lindo carmesí,
para que te transporte a un mundo
de amantes sin restricciones
que celebran sus pasiones,
entre besos, gozo, y culminantes gemidos.  

Quiero morderte el alma.
zamparte la existencia,
volver tu vida mía,
vinculándote a los sabores de mi providencia.

Te invito a que me pruebes.
a que te pierdas en mi travesía,
a que te endulces con mi néctar,
con los sabores que emito y
fluyen libremente por mi cuerpo,
cuando pienso yo en el tuyo.

Quiero que sean mis labios y mis sabores
por siempre tuyos,
pueden que te sepan
a candente pasión, canela o cereza.

Puede pasar que si me besas,
sean tus labios,
los que se desangren de impaciencia
por apropiarse de los míos.

LeydisProse
9/20/2017   https://www.facebook.com/LeydisProse/
Daniii Jun 29
No hay espejo que refleje el alma.
Y, sin embargo,
es lo único que termina importando.

Puedes tener el rostro que detenga el tiempo,
la figura que enmudezca bocas,
la sonrisa de catálogo…
y aún así,
ser un desierto por dentro.

El físico es el envoltorio de un instante.
Pero los sentimientos…
los verdaderos,
los que no se pueden fingir…
esos te desnudan ante quien ve más allá.

Porque un cuerpo se olvida.
Un gesto se borra.
Una piel se envejece.
Pero una emoción…
una emoción honesta deja cicatriz
y también salvación.

Hoy todos corren tras apariencias.
Pocos buscan el alma
porque nadie la postea en redes.
Y yo pregunto:
¿para qué sirve un cuerpo perfecto
si está habitado por un ego hueco,
por una voz que no escucha,
por un corazón que no sabe doler?

Yo he amado lágrimas
más que pestañas postizas.
He admirado la verdad en una mirada triste
más que en un cuerpo sin historia.
Porque el que siente
no necesita mostrar,
ya vibra, ya quema,
ya habla sin palabras.

El sentimiento es un lenguaje que no miente.
No se camufla,
no se retoca.
Te expone como sos:
herido, valiente, real.

La gente le teme a lo profundo.
Prefiere una imagen
que no incomode.
Pero yo aprendí que el alma
no se maquilla.
Y que la belleza más alta
no tiene rostro:
tiene latidos.


Derechos de autor ©️

~Daniii
No creo que sea dejar ir,
pero tampoco quedarse,
como dar algo que no tienes,
pero ¿cómo no darlo todo?

¿Qué forma le das al tiempo,
esa geometría que encaje contigo
pero sin llegar al egoísmo
o al olvido exterior?

Encontrar alguna señal o sinfonía
entre los enredos de una lengua
que al final no quiere hablar
o tratar de enredárnosla para remisir.

Pero al percibir esa conexión jamás tactada,
que te hace darte sentir
como si vives realmente por primera vez,
como si sintieras que vives otra vez

Tampoco es dejar ir
si regué todo este campo con mi sudor,
tanto que, si me voy,
por más que el suelo grite que es mío,
el cielo refleje mis ojos
y la brisa empape mi aroma,
si alguien más está aquí cuando no esté ni mi sombra,
al final nunca fue mío.

Por más camino y por más verde,
nunca fue mío.
Lo florecí, yo lo regué de mí,
pero antes de mí ya estaba.
Ya había brisa, ya había cielo
y ya había tierra.

Quedarse…
pero las brasas del sol adhieren mi piel al suelo.
Por más lunas, nuble o llueva,
siempre regresa al amanecer.
Siempre llega el día a derretir mi reloj
que marca mi horario.

¿Qué geometría le pondré ahora al tiempo?
¿Qué tenía que vestir?
¿Quién soy yo?

Soy de este verde,
este cielo con mis pupilas
y esta brisa de mí…
pero ¿quién soy yo ahora?
¿Quién era yo antes de sudar esto
hasta que germinara,
antes de que mi piel se adheriera al suelo?

Irme,
pero sin mi piel,
sin mis ojos,
dejar el viento que refrescaba mis noches,
sin mi aroma,
pero sin tener que esperar
a que los vapores llegaran
a tapar el sol.

Pero bueno…
¿Entender a la lengua
o tratar de enredármela yo?
¿La lengua quiere que la entienda?

— The End —