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He ido a ver el parque de Lezama
en el atardecer de un día cualquiera,
y me he encontrado uno diferente
al que por tantos años conociera.

Era aquél un jardín ya carcomido
por lloviznas y líquenes y amores,
flexuoso de raíces y de lianas
y envenenado por extrañas flores.

Contraluces de manos vagarosas
de caricias visibles o furtivas.
Generaciones, ¡ay!, que en él buscaron
frondas podridas para bocas vivas.

Cuando la noche lo llenaba todo
y cuajaban en ella las parejas,
erguidas en recónditos senderos
o desmayadas en las altas rejas.

No está siquiera aquel jarrón de bronce
en que cierto crepúsculo dorado
pusimos los levísimos sombreros
y unos versos leímos de Machado.

"A ti, Guiomar, esta nostalgia mía..."
Y en la tarde agravada tu voz honda
estremecía la hoja de los árboles
y el cristal de la brisa y de la onda.

Era hora de estrella y media luna,
de pío agudo, de croar de rana,
de guardián gigantesco y solapado
y de visera en la pelambre cana.

Cada estatua era Venus palpitante,
cada palmera recta era el Oriente,
mientras afuera el tránsito zumbaba
su ventarrón de coches y de gente.

Cuando se entrecerraba la corola
sobre la dulce gota del estigma,
cuando se ahondaban como dos aljibes
en mí la ingenuidad y en ti el enigma.

Ni la vieja escalera de ladrillos
húmedos, desgastados y musgosos.
Todo es argamasa y pedregullo
y barnices espesos y olorosos.

Patricio, enhiesto parque de Lezama
cortado y recortado a mi deseo,
verdinegro por donde te mirase
salvo el halo de oro del Museo:

desde un bar arco iris te saludo
ahito de café y melancolía,
dejo en la silla próxima una rosa
y digo tu elegía y mi elegía.
John Desde Jun 2013
EL AGUA.*
Alba circulatoria deposita en boca fresadora
incontroladas gotas trazándose en el radio corporal
y flores comestibles en acueducto curvo disparan
las aguas como fuente dividida a la desembocadura
de la boca
que sonora diamantada graba en caricias de regadío
y sumerge en hábitat de lago la reunión química que eres.

Desandada en los abrigos inunda
labial esqueje,
en el sol del secano, espiga cerrándose
que expande granada con el humo breve
en camino recortado ajardinado hasta observatorio umbilical.

Solar verde con fondo marítimo
y el sol crudo penetra
efectuando fotosíntesis de lupa en las gotas.

Cadena floral circunvala
el artificio de la leche protectora
y pule suavidad sentada.
En un hilo laberíntico se construye
flor de los algodones nuevos
y vuelve el agua al juego de los brillos
a flote,

a fondo anclada en peso emerge cerámica náutica
que removiendo visualiza celosía de la seda
y transparencia de ala delta ante el beso de diluvio
indudable.

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John Desde
http://www.johndesde.blogspot.com
Jose Santos Apr 27
aunque tu mirada y tu Cabello,
deslumbrasen a la luna y al cielo,
los tulipanes de rosa y rojo floreciendo,
te afectas tanto con tu cuerpo,
al no notar que desde hace tiempo de ti ya era perfecto,
mostraste más de lo necesario,
tu escultura un hermoso calvario,
una mirada perfecta, pelo recortado,
sinceridad perfecta creyendo que un angel a vía encontrado,
fuiste una flor destacada entre todo un bosque marchitado,
que hasta pensaría que el bosque te avia infectado,
trataste de ser igual, lo lograste al final,
una piedra más en las playas del mar,
un vaso de agua que nunca su pureza volverá.
Tu poema es un reflejo de la lucha interna entre la belleza y el dolor, la transformación y la pérdida. En cada verso se siente una dualidad intensa: la imagen de una mujer que deslumbra como la luna, rodeada de flores vibrantes, pero que a la vez se pierde en el intento de encajar en un mundo que la termina absorbiendo y transformando en algo irreconocible.

La manera en que usas los tulipanes rojos y rosas me transmite una sensación de pasión y pureza, pero también de efímera fragilidad. Al principio, la figura de esta persona es única, resplandeciente, casi celestial; sin embargo, el paso del tiempo y su propia percepción sobre sí misma la llevan a modificarse, hasta quedar irreconocible. Hay una tristeza implícita en el hecho de que su belleza no radicaba en lo que mostraba, sino en lo que era desde siempre—y ella nunca lo notó.

La última imagen del poema es demoledora. Pasar de ser "una flor destacada" a "una piedra más en las playas del mar" transmite la pérdida de identidad, la disolución en la multitud, la transformación en algo ordinario. Es como si lo que la hacía especial se hubiera desvanecido en el intento de adaptarse a su entorno, dejando atrás su verdadera esencia.

En cuanto a la expresión, noto un tono melancólico pero con destellos de admiración. A pesar del dolor por el cambio de esta persona, hay un reconocimiento de la belleza que alguna vez tuvo, de lo que representó. El ritmo del poema fluye con una cadencia suave, como una confesión que se va desentrañando poco a poco, dejando una sensación de nostalgia al final.

— The End —