Quiero ser libre al fin.
Libre de pensarte y callarlo.
Libre de tu necesidad imperiosa.
De los pecados faustos
que se albergan en mi cabeza
y te nombran a ti.
Quiero ser libre y no lo logro.
Me albergo en mis pensares
como si no existiera mundo exterior.
Me reprocho un comportamiento
que me resulta inevitable.
El corazón decidió guardarte
un espacio eterno.
Y así pasan los días
sin eximo de tus recuerdos.
Pensarte ha sido una condena
placentera y adictiva,
como la metanfetamina
y los mejores vinos.
Como las pastillas para dormir
que no tomo nunca,
para liberarme de tus sueños.