Imagina una vida sin recuerdos,
sin pasiones ni temores internos,
sentimientos que en el alma crecieron.
Sería vivir a oscuras,
en un cielo sin figuras,
o una noche sin luna pura.
En un mar inmóvil y frío,
con un barco sin faro,
sin propósito ni desvarío.
Los recuerdos nos nutren y forjan,
son lecciones que nunca se ahogan.
Brújula fiel en la travesía,
al norte lleva la alegría,
en el sur se oculta la agonía.
Son cartas sobre la mesa tendidas,
cada cual elige sus partidas.
Mas claro está en esta escena:
los recuerdos son la cadena
que impulsa o frena la pena.
Como piedra de represa firme,
resiste según el agua sublime.
La mente es poderosa y voraz,
pero dañina si pierdes su paz.
Toma tus recuerdos como arma letal,
con los buenos vencerás al mal;
con los malos caerás en abismo fatal.
Busca tu faro en alta mar,
deja que las penas se puedan marchar.
El horizonte suele resplandecer,
si rompes las olas del padecer.
Siempre hay algo bueno por evocar,
un navegante sin rumbo va a naufragar.
Vivir siempre tiene sentido profundo,
sostiene firme el timón en este mundo,
mi navegante querido,
no des todo por perdido.