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A esta emoción, la que se percibe más valiente
la que grita libertad
vigorosa, atrevida
la que siento para vos.

no te asustes, criatura frágil
no es amor —
el amor aparece bastante débil al lado de
este sentimiento, el que siento para vos.


quiero darte atención.
esta atención que necesitas, que pides
esta atención que tus padres nunca te proveyeron
porque nunca supieron como regalartela
esta atención que toda tu vida pensaste
que no la mereces

y no te prometo una ilusión
sino miradas intensas
deseos de besos sin besarnos
mamihlapinatapai
mi mano pasando por tu cabello cuando manejas
mi hombro cuando tenés ganas de descansar tu cabeza
algunas caricias corporales, un contacto piel a piel

mis brazos para abrazarte  en el seno de la selva brasileña
cuando se escuchan por todos lados resonancias de la lluvia
gotas cayendo sobre los árboles y sobre nuestros cuerpos
unidos, como un Ser único
una respiración única que hacemos la nuestra

Somos dos árboles creciendo de una misma raíz.

cascadas para suavizar tus tormentos
donde bañarte te dará una sensación de Vida
melodía del agua para ensordecer los gritos de la ciudad,
del mundo, hermoso, pero a veces traicionero
para seres humanos sencillos que somos
aunque complejos

esta atención que facilitará el peso de la atmósfera
de las responsabilidades, de las obligaciones imaginarias
quizás una atención que bajará esta protección,
este caparazón, esta cáscara tuya
una atención sin expectativas

esta atención, si la tomas, si la aceptas
será tuya. entera. completa. y verdadera
el 05 de enero 2025
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Mel Zalewsky Jun 6
I.
Para los que ahora son tierra,  
para los que un día  
abrieron los ojos bajo el mismo sol que nosotros,  
pero los cerraron  
bajo cielos de alambre de púas.  

Para los que en su último suspiro  
no vieron banderas,  
sino el reflejo de sus hijos  
riendo en el lago de la infancia,  
ese que nunca más se atreverá  
a congelarse en invierno.  

II.
Este poema es para los del Este y el Oeste,  
para los que empuñaron armas  
sin entender los mapas  
que otros trazaron con reglas de oro.  


III.
Para los que los árboles abrazaron  
como a hijos perdidos,  
para los que la nieve
convirtió en estatuas de recuerdo  
—soldados de escarcha  
que nunca desertaron—.  

Para los que ya no dependen  
del trigo o la miel,  
sí del plomo que silba,  
del acero que muerde,  
de la pólvora que florece  
en jardines de horror.  

IV.
Para los que cada noche  
le piden a la luna:  
"Cúbrenos con tu falda de plata,  
que el enemigo no vea  
nuestros fantasmas  
recogiendo los dientes  
que se les cayeron  
al gritar el nombre de sus hijos.

V.
Para los retoños  
que soñaron ser robles,  
pero fueron arrancados  
verdes aún,  
y arrojados al fuego  
como leña maldita.  

Para los padres  
que enterraron  
pedazos de su alma  
en uniformes  
demasiado grandes  
para cuerpos  
demasiado pequeños.  

VI.
Para los que respiran  
pólvora y nostalgia  
en trincheras  
que son tumbas  
con vista al cielo.  

Para los que fuman  
su último cigarrillo  
—ritual de humo y resignación—  
sabiendo que jamás verán  
a su hija bailar en su boda,  
a su hijo aprender  
a atarse los zapatos.  

VII.
Para los que buscan  
entre los escombros carnes amadas:  
una mano que aún sostenga  
la foto de una esposa,  
un corazón que siga latiendo  
aunque el uniforme  
esté pintado de rojo.  

VIII.
Para los que creyeron  
que su sangre regaría  
huertos de girasoles,  
no líneas imaginarias  
en la tierra de nadie.  

IX.
Pero no es para ustedes,  
señores de corbata y discursos,  
que beben champán  
mientras firman órdenes  
con plumas de oro.  

No es para los que duermen  
entre sábanas de seda  
y sueñan con medallas  
que nunca mancharán  
sus pechos impecables.  

Ustedes, que juegan ajedrez  
con nuestras vidas,  
que muelen soldados  
como si fueran granos de café  
para un simple desayuno.

X.
Esto es para los mutilados,  
los que perdieron  
no solo piernas o brazos,  
sí la capacidad  
de creer en el rojo de las amapolas  
sin ver la sangre.  


XI.
Para ellos,  
las semillas enterradas  
que algún día  
—cuando la guerra sea  
solo un verso maldito  
en los libros de historia—  
brotarán como flores  
a través de los cascos oxidados,  
como un último acto de amor  
de la tierra  
que nunca quiso beber de su sangre.  

Ucranianos y Rusos, Rusos y Ucranianos.

Mel Zalewsky.
"Este poema es un homenaje a todas las almas que han sido y son víctimas del conflicto, en cualquier lugar del mundo. Es un grito por el costo humano de la guerra, más allá de cualquier bandera o bando. Este poema es una reflexión poética sobre la devastadora realidad de la guerra y el inmenso sufrimiento que acarrea para quienes la viven en carne propia. Dedicado a la memoria de todas las vidas afectadas por el conflicto".

— The End —