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En torno de una mesa de cantina,
una noche de invierno,
regocijadamente departían
seis alegres bohemios.Los ecos de sus risas escapaban
y de aquel barrio quieto
iban a interrumpir el imponente
y profundo silencio.El humo de olorosos cigarrillos
en espirales se elevaba al cielo,
simbolizando al resolverse en nada,
la vida de los sueños.Pero en todos los labios había risas,
inspiración en todos los cerebros,
y, repartidas en la mesa, copas
pletóricas de ron, whisky o ajenjo.Era curioso ver aquel conjunto,
aquel grupo bohemio,
del que brotaba la palabra chusca,
la que vierte veneno,
lo mismo que, melosa y delicada,
la música de un verso.A cada nueva libación, las penas
hallábanse más lejos del grupo,
y nueva inspiración llegaba
a todos los cerebros,
con el idilio roto que venía
en alas del recuerdo.Olvidaba decir que aquella noche,
aquel grupo bohemio
celebraba entre risas, libaciones,
chascarrillos y versos,
la agonía de un año que amarguras
dejó en todos los pechos,
y la llegada, consecuencia lógica,
del "Feliz Año Nuevo"...Una voz varonil dijo de pronto:
-Las doce, compañeros;
Digamos el "requiéscat" por el año
que ha pasado a formar entre los muertos.
¡Brindemos por el año que comienza!
Porque nos traiga ensueños;
porque no sea su equipaje un cúmulo
de amargos desconsuelos...-Brindo, dijo otra voz, por la esperanza
que a la vida nos lanza,
de vencer los rigores del destino,
por la esperanza, nuestra dulce amiga,
que las penas mitiga
y convierte en vergel nuestro camino.Brindo porque ya hubiese a mi existencia
puesto fin con violencia
esgrimiendo en mi frente mi venganza;
si en mi cielo de tul limpio y divino
no alumbrara mi sino
una pálida estrella: Mi esperanza.-¡Bravo! Dijeron todos, inspirado
esta noche has estado
y hablaste bueno, breve y sustancioso.
El turno es de Raúl; alce su copa
Y brinde por... Europa,
Ya que su extranjerismo es delicioso...-Bebo y brindo, clamó el interpelado;
brindo por mi pasado,
que fue de luz, de amor y de alegría,
y en el que hubo mujeres seductoras
y frentes soñadoras
que se juntaron con la frente mía...Brindo por el ayer que en la amargura
que hoy cubre de negrura
mi corazón, esparce sus consuelos
trayendo hasta mi mente las dulzuras
de goces, de ternuras,
de dichas, de deliquios, de desvelos.-Yo brindo, dijo Juan, porque en mi mente
brote un torrente
de inspiración divina y seductora,
porque vibre en las cuerdas de mi lira
el verso que suspira,
que sonríe, que canta y que enamora.Brindo porque mis versos cual saetas
Lleguen hasta las grietas
Formadas de metal y de granito
Del corazón de la mujer ingrata
Que a desdenes me mata...
¡pero que tiene un cuerpo muy bonito!Porque a su corazón llegue mi canto,
porque enjuguen mi llanto
sus manos que me causan embelesos;
porque con creces mi pasión me pague...
¡vamos!, porque me embriague
con el divino néctar de sus besos.Siguió la tempestad de frases vanas,
de aquellas tan humanas
que hallan en todas partes acomodo,
y en cada frase de entusiasmo ardiente,
hubo ovación creciente,
y libaciones y reír y todo.Se brindó por la Patria, por las flores,
por los castos amores
que hacen un valladar de una ventana,
y por esas pasiones voluptuosas
que el fango del placer llena de rosas
y hacen de la mujer la cortesana.Sólo faltaba un brindis, el de Arturo.
El del bohemio puro,
De noble corazón y gran cabeza;
Aquél que sin ambages declaraba
Que solo ambicionaba
Robarle inspiración a la tristeza.Por todos estrechado, alzó la copa
Frente a la alegre tropa
Desbordante de risas y de contento;
Los inundó en la luz de una mirada,
Sacudió su melena alborotada
Y dijo así, con inspirado acento:-Brindo por la mujer, mas no por ésa
en la que halláis consuelo en la tristeza,
rescoldo del placer ¡desventurados!;
no por esa que os brinda sus hechizos
cuando besáis sus rizos
artificiosamente perfumados.Yo no brindo por ella, compañeros,
siento por esta vez no complaceros.
Brindo por la mujer, pero por una,
por la que me brindó sus embelesos
y me envolvió en sus besos:
por la mujer que me arrulló en la cuna.Por la mujer que me enseño de niño
lo que vale el cariño
exquisito, profundo y verdadero;
por la mujer que me arrulló en sus brazos
y que me dio en pedazos,
uno por uno, el corazón entero.¡Por mi Madre! Bohemios, por la anciana
que piensa en el mañana
como en algo muy dulce y muy deseado,
porque sueña tal vez, que mi destino
me señala el camino
por el que volveré pronto a su lado.Por la anciana adorada y bendecida,
por la que con su sangre me dio vida,
y ternura y cariño;
por la que fue la luz del alma mía,
y lloró de alegría,
sintiendo mi cabeza en su corpiño.Por esa brindo yo, dejad que llore,
que en lágrimas desflore
esta pena letal que me asesina;
dejad que brinde por mi madre ausente,
por la que llora y siente
que mi ausencia es un fuego que calcina.Por la anciana infeliz que sufre y llora
y que del cielo implora
que vuelva yo muy pronto a estar con ella;
por mi Madre, bohemios, que es dulzura
vertida en mi amargura
y en esta noche de mi vida, estrella...El bohemio calló; ningún acento
profanó el sentimiento
nacido del dolor y la ternura,
y pareció que sobre aquel ambiente
flotaba inmensamente
un poema de amor y de amargura.
Desde la ventana de un casucho viejo
abierta en verano, cerrada en invierno
por vidrios verdosos y plomos espesos,
una salmantina de rubio cabello
y ojos que parecen pedazos de cielo,
mientas la costura mezcla con el rezo,
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.Baja la cabeza, sin erguir el cuerpo,
marchan en dos filas pausados y austeros,
sin más nota alegre sobre el traje *****
que la beca roja que ciñe su cuello,
y que por la espalda casi roza el suelo.Un seminarista, entre todos ellos,
marcha siempre erguido, con aire resuelto.
La negra sotana dibuja su cuerpo
gallardo y airoso, flexible y esbelto.
Él, solo a hurtadillas y con el recelo
de que sus miradas observen los clérigos,
desde que en la calle vislumbra a lo lejos
a la salmantina de rubio cabello
la mira muy fijo, con mirar intenso.
Y siempre que pasa le deja el recuerdo
de aquella mirada de sus ojos negros.
Monótono y tardo va pasando el tiempo
y muere el estío y el otoño luego,
y vienen las tardes plomizas de invierno.Desde la ventana del casucho viejo
siempre sola y triste; rezando y cosiendo
una salmantina de rubio cabello
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.Pero no ve a todos: ve solo a uno de ellos,
su seminarista de los ojos negros;
cada vez que pasa gallardo y esbelto,
observa la niña que pide aquel cuerpo
marciales arreos.Cuando en ella fija sus ojos abiertos
con vivas y audaces miradas de fuego,
parece decirla:  -¡Te quiero!, ¡te quiero!,
¡Yo no he de ser cura, yo no puedo serlo!
¡Si yo no soy tuyo, me muero, me muero!
A la niña entonces se le oprime el pecho,
la labor suspende y olvida los rezos,
y ya vive sólo en su pensamiento
el seminarista de los ojos negros.En una lluviosa mañana de inverno
la niña que alegre saltaba del lecho,
oyó tristes cánticos y fúnebres rezos;
por la angosta calle pasaba un entierro.Un seminarista sin duda era el muerto;
pues, cuatro, llevaban en hombros el féretro,
con la beca roja por cima cubierto,
y sobre la beca, el bonete *****.
Con sus voces roncas cantaban los clérigos
los seminaristas iban en silencio
siempre en dos filas hacia el cementerio
como por las tardes al ir de paseo.La niña angustiada miraba el cortejo
los conoce a todos a fuerza de verlos...
tan sólo, tan sólo faltaba entre ellos...
el seminarista de los ojos negros.Corriendo los años, pasó mucho tiempo...
y allá en la ventana del casucho viejo,
una pobre anciana de blancos cabellos,
con la tez rugosa y encorvado el cuerpo,
mientras la costura mezcla con el rezo,
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.La labor suspende, los mira, y al verlos
sus ojos azules ya tristes y muertos
vierten silenciosas lágrimas de hielo.Sola, vieja y triste, aún guarda el recuerdo
del seminarista de los ojos negros...
Un albañil quería... No le faltaba aliento.
Un albañil quería, piedra tras piedra, muro
tras muro, levantar una imagen al viento
desencadenador en el futuro.

Quería un edificio capaz de lo más leve.
No le faltaba aliento. ¡Cuánto aquel ser quería!
Piedras de plumas, muros de pájaros los mueve
una imaginación al mediodía.

Reía. Trabajaba. Cantaba. De sus brazos,
con un poder más alto que el ala de los truenos
iban brotando muros lo mismo que aletazos.
Pero los aletazos duran menos.

Al fin, era la piedra su agente. Y la montaña
tiene valor de vuelo si es totalmente activa.
Piedra por piedra es peso y hunde cuanto acompaña
aunque esto sea un mundo de ansia viva.

Un albañil quería... Pero la piedra cobra
su torva densidad brutal en un momento.
Aquel hombre labraba su cárcel. Y en su obra
fueron precipitados él y el viento.
Fa Be O Jan 2013
que bonita es la soledad contigo
sin necesidad de tener nada mas que unas bocinas
y dos CDs
pasamos horas enteras
queriéndonos, aprendiéndonos, mirándonos…
no faltaba ni sobraba nada,
cada suspiro en su lugar,
y cada beso sin estorbar.
y al ritmo de una guitarra melancólica,
tu respiración competía
con el latido de tu corazón,
ahí, sobre mi vientre,
y retumbaba de mi ombligo
hasta las puntas de los dedos.
3/28/12
Casi mediando por filo
El siglo decimosexto,
Pues sólo faltaba un año
Para diez lustros completos,
Un pregón del Santo Oficio
Puso en gran alarma a México
Asombrando a la nobleza
Y a la plebe dando miedo.
Iban a ser conducidos
Con gran pompa al Quemadero
Más de cien penitenciados,
De grandes crímenes reos.

Herejes y judaizantes,
Desde largo tiempo presos,
Y firmes en las doctrinas
De Moisés y de Lutero,
De sus terribles sentencias
Fijado el lúgubre término
Pronto como relajados
Iban a ser un ejemplo,
Una sagrada enseñanza,
Prueba, verdad y escarmiento
De que los hijos del diablo
Deben morir en el fuego.

Alzáronse inmensas piras
Sobre aquel lugar siniestro,
Donde hallamos una plaza
de mercado en nuestros tiempos,
Al lado sur del Palacio
Donde reside el Gobierno.
Cansáronse muchos hombres,
Gastóse mucho dinero
En los mil preparativos
Del auto de fe más *****
Que la Inquisición registra
En su historia en nuestro suelo.

Y corrió de boca en boca,
Jurando todos ser cierto,
Que ordenaba el Santo Oficio
Que desde el conde al pechero
Revistieran las fachadas
De sus propios aposentos
Con todo lo que mostrase
Aflicción, terror y duelo.

Que en balcones y ventanas
De las casas del trayecto,
Que recorrer deberían
Hasta el suplicio los reos,
Se pusieran crucifijos
Con verdes ceras ardiendo;
Lazos y cortinas negras,
Ramas de ciprés con heno
Y por únicos adornos
Los atributos más tétricos
De estatuas y de retablos
En tumbas y cementerios.

Que al pasar la comitiva,
Con numeroso cortejo
De inquisidores y jueces
Y de verdugos y pueblo,
Ninguno hablara en voz alta
Para no ofender al cielo,
Y que de todas las bocas
Salieran fervientes rezos,
Para así atenuar un tanto
La suerte de los confesos.
Que era obligación de todos
Rezar contritos el Credo
Y repetirlo las veces
Que les permitiera el tiempo
Que tardaran en cambiarse
En cenizas los incrédulos.

Por último el Santo Oficio,
A nobles como a plebeyos,
Ordenaba que llevasen
En torno del Quemadero
A sus esposas e hijos
Para tomar escarmiento
De cómo padece y muere
Y causa terror un réprobo.

Y les previno asimismo
Que aquel que por sentimiento,
Por compasión o ternura
En instantes tan supremos
Solicitara clemencia
O indulto para los reos,
A las terribles hogueras
Fuera arrojado con éstos.

Y se mandó que ninguna
De las gentes de este Reino
Pudiera asistir al auto
Ni conocer a los reos
Sin haber en su parroquia
Cumplidos los sacramentos
Que lavan de toda culpa
Y curan de todo yerro.

Con tan graves prescripciones
Los habitantes de México
Esperaban el instante
En que un castigo tremendo
Iba a cumplirse, llevando
Cien hombres al Quemadero.
No hay plazo que no se cumpla,
Dice un sabido proverbio,
Y al fin llegó la alborada
Que ansioso esperaba el pueblo.
Dentro de las tristes celdas
A los infelices reos
Sus verdugos de rodillas
Estas cosas les dijeron:

«Nosotros, que vuestras vidas
Por mandato cortaremos,
Vuestro perdón demandamos
En nombre del Juez Supremo
A quien también le pedimos
Que os liberte del infierno».

Y esta fórmula cumplida
Visten con hopa a los presos,
Y los disponen y alistan
para caminar al fuego.

Entre todos, allí estaba
Ocupando el primer puesto
Un judaizante muy rico
y de carácter de hierro.

Contaban propios y extraños,
En público y en secreto
Que vino a la Nueva España
A dedicarse al comercio.

Construyó un amplio palacio
Un tanto churrigueresco,
En el barrio más distante
De la capital del reino.

Y arregló en el piso bajo
Una casa de comercio
Con dos puertas, de las cuales
Una tuvo el privilegio

De que si entraba por ella
Un comprador forastero,
Sacaba, sin explicárselo,
Más baratos los efectos.

Así vivió sin zozobras
El mercader mucho tiempo,
Y le debió a una desgracia
Turbar tan dulce sosiego.

Tuvo entre su muchedumbre
A una mujer a quien dieron
Orden de que investigase
De aquel hombre los secretos;
Y ella, astuta y maliciosa,
Y fanática en extremo
Llegaba noche por noche
Junto a la alcoba del dueño,
Y no le vio santiguarse
Ni le escuchó ningún rezo.

Pero sí notó que siempre
Se escucharan raros ecos
De golpes, como si diera
Azotes en algún cuerpo;
Miró por la cerradura
Y vio con asombre inmenso
Que aquel hombre fustigaba
Con un rebenque de cuero
A un Niño Jesús, desnudo
Y tendido sobre el suelo.

Le dio parte a la justicia
Y no pasó mucho tiempo
Sin que al hereje encontrara
El inquisidor Aldeño,
Dando golpes a la imagen
Del Príncipe de los Cielos.

Registrada aquella casa,
Encontraron que el hebreo
En una de las dos puertas
De su casa de comercio
Enterró dos crucifijos
Y formaba su contento
Vender al que los pisaba
Más baratos los efectos.

Por crímenes tan terribles,
Por tan grandes sacrilegios,
Sentenciólo el Santo Oficio
A ser arrojado al fuego,
Con coraza en la cabeza
Y sambenito en el cuerpo,
Conducido con una mula,
Montado en sentido inverso,
Con el rostro hacia la cola,
Custodiado por dos negros.

Y que después de quemado,
Para enseñanza del pueblo,
Se esparcieran las cenizas
En alto a los cuatro vientos,
Confiscándose sus bienes,
Su habitación maldiciendo,
Regando con sal y lumbre
Los muros y los cimientos
Y condenando a sus hijos
A calabozo perpetuo.
Cuentan viejos pergaminos
Que el excomulgado reo,
Cuando al suplicio marchaba
Daba pavor por blasfemo.

Y que la mula elegida
Para conducir su cuerpo
Se encabritó tantas veces
Que dio con él en el suelo;
Y temiéndose que vivo
No llegara al Quemadero,
Ordenaron que subiera
Para sujetarlo un *****,
Que lo estrechó entre sus brazos
En gran parte del trayecto.

El pueblo que contemplaba
Tan espantosos sucesos,
Sin explicarse el motivo,
Dijo para sus adentros:
«Este hereje lleva el diablo
Tan bien metido en el cuerpo,
Que ni la mula aguanta
Para no ofender al cielo».

Por ventanas y balcones,
En vez de salmos y rezos,
Le arrojaban anatemas,
Maldiciones y denuestos;
Y como era mes de julio
En que siempre llueve en México,
Y estaba el cielo nublado
Y nada agradable el cierzo,
Las gentes se sospechaban
Que por no ver al blasfemo,
Entre cenicientas nubes
Permaneció el sol envuelto.

Así al horrible suplicio
Llegaron a pasos lentos
Más de cien excomulgados,
Todos firmes y confesos.

Tocó el turno al israelita
Que fue entre todos aquellos
El primer quemado vivo
Por sus grandes sacrilegios.

Y dicen que al verse atado
Al tosco mástil de hierro
Y cuando ya lo envolvían
Las rojas lenguas del fuego,
Les gritaba a los verdugos
Con tosco y rabioso acento
«Echen más leña, infelices,
Que me cuesta mi dinero».
Han transcurrido dos siglos
Y aún está de pie y entero
El palacio en que habitara
El infortunado reo.

Llamóse Tomás Tremiño;
No murió joven ni viejo
Y fue de carácter firme
Y de condición discreto.

No se ha borrado su nombre
De la memoria del pueblo,
Porque siempre el infortunio
Del cristiano y del hebreo
Hace palpitar llorando
A los corazones buenos.

Y se encomia y se bendice
Y se aplaude con anhelo
La dicha de haber nacido
Con la razón y el derecho
Y sin hogueras que forjen
Los grillos del pensamiento.
Leydis Oct 2017
No es cosa de pecar,
es pecado no pecar conmigo…
de no besarnos,
de no aprobarnos,
de dejar este sentimiento como se deja un vicio;
con calculación,
con presura,
con odio y sin ternura.

No es cosa de pecar,
es falta de valentía, de osadía,
de interponer mil excusas
para encubrir nuestra falta de brío.

Te repito lo que te grite aquel día,
¡“si me vas a besar..que sea para idolatrarte”!
para impresionarte,
para encarcelarte,
para enjaularte en sentimientos no indecorosos.

Si el sentimiento de culpa te está corroyendo
pues, ven conmigo a confesarte,
faltaba más, ¡seguro que te absuelvo!
con un beso que perdona,
con un abrazo que implora,
con una mirada que conmueve,
con un roce que enternece,
con unas manos que enloquecen.

Si vas a pecar…ven, arrepiente conmigo,
reprenderé tu forma básica de amar,
te enseñare acatar las reglas de un amor sin ordenanzas;
un amor en confianza,
un amor sin penuria,
un amor en renovante abundancia.

No hay nada más que hablar,
si quieres pecar,
si necesitas arrepentirte,
si quieres absolución,
si necesitas de mi religión,
aquí estoy yo..dispuesta y libre!!!

LeydisProse
10/6/2017
https://www.facebook.com/LeydisProse/
Zumban las balas en la tarde última.
Hay viento y hay cenizas en el viento,
se dispersan el día y la batalla
deforme, y la victoria es de los otros.
Vencen los bárbaros, los gauchos vencen.
Yo, que estudié las leyes y los cánones,
yo, Francisco Narciso de Laprida,
cuya voz declaró la independencia
de estas crueles provincias, derrotado,
de sangre y de sudor manchado el rostro,
sin esperanza ni temor, perdido,
huyo hacia el Sur por arrabales últimos.
Como aquel capitán del Purgatorio
que, huyendo a pie y ensangrentando el llano,
fue cegado y tumbado por la muerte
donde un oscuro río pierde el nombre,
así habré de caer. Hoy es el término.
La noche lateral de los pantanos
me acecha y me demora. Oigo los cascos
de mi caliente muerte que me busca
con jinetes, con belfos y con lanzas.
Yo que anhelé ser otro, ser un hombre
de sentencias, de libros, de dictámenes
a cielo abierto yaceré entre ciénagas;
pero me endiosa el pecho inexplicable
un júbilo secreto. Al fin me encuentro
con mi destino sudamericano.
A esta ruinosa tarde me llevaba
el laberinto múltiple de pasos
que mis días tejieron desde un día
de la niñez. Al fin he descubierto
la recóndita clave de mis años,
la suerte de Francisco de Laprida,
la letra que faltaba, la perfecta
forma que supo Dios desde el principio.
En el espejo de esta noche alcanzo
mi insospechado rostro eterno. El círculo
se va a cerrar. Yo aguardo que así sea.

Pisan mis pies la sombra de las lanzas
que me buscan. Las befas de mi muerte,
los jinetes, las crines, los caballos,
se ciernen sobre mí... Ya el primer golpe,
ya el duro hierro que me raja el pecho,
el íntimo cuchillo en la garganta.
Llegaron mis amigos de colegio
Y absortos vieron mi cadáver frío;
«¡Pobre!» exclamaron, y salieron todos...
Ninguno de ellos un adiós me dijo.
Todos me abandonaron. En silencio
Fui conducido al último recinto;
Ninguno dio un suspiro al que partía,
Ninguno al cementerio fue conmigo.
¡Cerró el sepulturero mi sepulcro...
Me quejé, tuve miedo y sentí frío,
Y gritar quise en mi cruel angustia,
Pero en los labios espiró mi grito!
El aire me faltaba, y luché en vano
Por destrozar mi féretro sombrío.
Y en tanto.., los gusanos devoraban,
Cual suntuoso festín, mis miembros rígidos.
¡Oh mi amor! dije al fin, ¿y me abandonas?
Pero al llegar su voz a mis oídos
Sentí latir el corazón de nuevo,
Y volví al triste mundo de los vivos.
Me alcé y abrí los ojos. ¡Cómo hervían
Las copas de licor sobre los libros!
El cuarto daba vueltas, y dichosos
Bebían y cantaban mis amigos.
¡Mi plata aquí en el sur, en este sur,
conciencia en plata lucidera, palpitando
en la mañana limpia,
cuando la primavera saca flor a mis entrañas!

Mi plata, aquí, respuesta de la plata
que soñaba esta plata en la mañana limpia
de mi Moguer de plata,
de mi Puerto de plata,
de mi Cádiz de plata,
niño yo triste soñeando siempre
el ultramar, con la ultratierra, el ultracielo.

Y el ultracielo estaba aquí
con esta tierra, la ultratierra,
este ultramar, con este mar;
y aquí, en este ultramar, mi hombre encontró,
norte y sur, su conciencia plenitente,
porque ésta le faltaba.

Y estoy alegre de alegría llena,
con mi mitad allí, mi allí, complementándome,
pues que ya tengo mi totalidad,
la plata mía aquí en el sur, en este sur.
NINI Sep 2024
ya no siento nada, dices
pero sé que es mentira
me has mostrado tu interior
esta noche borracha
transmitiendo mucho amor

te acercaste tan rápido a mi
a mi terapeuta le lleva meses
que me has cambiado
tocando defectos, ansiedades
que ya habia olvidado

soy débil, frágil,
ya no soy la misma
soy distinta a lo que era
y lamento haberte asustado
que ahora me cuesta ser casual
tras calentar mi niña congelado

la parte que conozco, tapo
porque no veo otra opción
prefiero seguir como la fuerte
y ayudarte a ti, tendria mas razón
pero mírame, sangrando,
porque no puedo, quiero ser fria

soy débil, frágil,
ya no soy la misma
soy distinta a lo que era
y lamento haberte asustado
que ahora me cuesta ser casual
tras calentar mi niña congelado

tantas inseguridades en mi vida
amor, tengo que decidir
si encontraré trabajo
si vuelvo a mi pais
si sigo viéndote
o si vuelvo a mi

soy débil, frágil,
ya no soy la misma
soy distinta a lo que era
y lamento haberte asustado
que ahora me cuesta ser casual
tras calentar mi niña congelado

y entre todos los pensamientos
estoy pensando en tus palabras
si quiero ser tuyo, asi podría ser

me llamaste, escribiste
en medio de la noche
si quiero, vendrías

por qué? enamoraste?

necesito a alguien cerca, dijo
me siento sola, dijo tu ex
puedo usar abrazo, dije
buscando amor
que una vez faltaba

y por eso parece que ya nos conocemos
y por eso sentimos cierta conexión
y por eso sí tienes sentimiento
y ni yo ni tu podrá esconder
de este diablo - reconocimiento

soy débil, frágil,
ya no soy la misma
soy distinta a lo que era
y lamento haberte asustado
que ahora me cuesta ser casual
tras calentar mi niña congelado

me tienes paralizada cariño
este dia que me puse a llorar
abriste una herida profunda
y desde entonces, no he podido parar
el dolor en mi pecho, insoportable

talvez es mejor que me alejo, sí
tengo que protegerme

pero ya es tarde, lo ves?
ya no me miras como antes
ya no me hablas con tanto amor
aunque no me tenias que dar
era lo que necesitaba, calor

no estamos listo
perdido en tiempo

soy débil, frágil,
ya no soy la misma
soy distinta a lo que era
y lamento haberte asustado
que ahora me cuesta ser casual
tras calentar mi niña congelado

la chica que conociste en la playa
esa soy yo: libertad
y quiero regresar, olvidar
espacio de verdad
no perderme en otro mar

nunca mas enamorada
del dolor ajeno

claro - queremos estar solos
seria más facil no sentir ni pensar
que nadie influye, confunda
pero no tenemos el control
esta vida, soledad nos controla

dejalo, dicen
deja todo fluir

el dolor en mi pecho
hasta morir

ansiedad de conectar
ansiedad de separar

uno somos, buscame
pero cómo dejar?

soy débil, frágil,
ya no soy la misma
soy distinta a lo que era
y lamento haberte asustado
que ahora me cuesta ser casual
tras calentar mi niña congelado
NINI Jul 25
desesperadamente buscando
el amor incondicional que faltaba
para el tenia que ser todo... o nada

ya al primer límite se alejaba
pensando que le rechazaba

perdiendo su refugio seguro
otra vez - pero siempre
tan lejos de sí mismo
Tardé años en comprender lo que era la vida,  
mi cielo era gris, estaba perdida.  
Pero entonces llegaste tú y todos tus colores  
pintaron mi cielo de azul y mil amores.
  
Ya no puedo contener tantas pasiones,  
inundas mi ser de mil emociones.  
Y es que no puedo imaginar lo que será tu vida,  
solo puedo contar lo que eres tú en la mía.
  
Es que tú me das la luz que me faltaba,  
tu amor me da la armonía que necesitaba.  
No imagino una vida sin ti, no sería nada,  
cada fibra de mi ser brilla como un hada.

Puedo querer luchar tus batallas,  
con tal de protegerte a capa y espada.  
Pero ese egoísmo es porque muero de amor,  
porque no quiero un mundo donde no estés vos.
  
Es que tú me das la luz que me faltaba,  
tu amor me da la armonía que necesitaba.  
No imagino una vida sin ti, no sería nada,  
cada fibra de mi ser brilla como un hada.
  
Puedo jurarte, mi gran amor, que eres mi vida.  
Caminaré a tu lado cuando te sientas perdida.  
Mis pasos serán los tuyos, seré tu guía.  
Haré todo lo que esté en mí para darte alegría.

Mi luz brillará contigo hasta que tú lo digas,  
hasta que el nido decidas dejar y te sientas lista.  
Donde tus alas despliegues en vuelo alto,  
ahí estaré para verte pegar el gran salto.

Es que tú me das la luz que me faltaba,  
tu amor me da la armonía que necesitaba.  
No imagino una vida sin ti, no sería nada,  
cada fibra de mi ser brilla como un hada.
  
Tu vida es para mí mi mejor regalo,  
que me hayas elegido como mamá, no sé explicarlo.  
Este sentimiento es algo inimaginario,  
tu amor el sentimiento más puro y revolucionario.
  
Prometo seguir cada uno de tus pasos,  
dejarte vivir pero estar ahí por si acaso.  
Es que tú eres mi vida, todo mi cancionario,  
incluso todos los colores en la paleta de Picasso.
Muchos amores pueden ser revolucionarios pero el de una madre por un hijo sin dudas es el más lindo.
Era una vez la península ibérica:
El sol no mataba,
Y el agua no faltaba;
Las emociones eran variadas
Y no solo un mismo tono.

Era una vez la península ibérica:
Región de conquistas y guerras,
Donde salieron a descubrir por los mares
Y acabaron infectando nuevos hogares,
Con religión y explotación,
Nuestros antepasados en expansión.

Puede que sea la venganza
Que ahora tengamos nosotros
Por estar en este rincón
Sufriendo más que los otros.
¿Debería huir o quedarme?
No es que sea una gran alarma,
Pero la compasión me va fallando
Mientras todos las demás almas
Vienen de algo aún peor.
2022, Colapsos: Poemas & Arte Digital
Daniii Jul 18
Cuando tenía todas mis preguntas,
el mundo me quedaba justo en el pecho,
como si cada estrella fuera un signo de interrogación
colgado en el abismo del silencio.

Me preguntaba por qué el tiempo no espera,
por qué el amor no se mide,
por qué el alma no tiene espejo
y por qué el dolor no se escribe fácil.

Quería saber si las palabras curaban,
si Dios también lloraba en secreto,
si los sueños eran promesas
o solo luces que olvidan el camino al despertar.

Preguntaba si la muerte era olvido
o regreso,
si vivir era solo pasar páginas
o escribir con fuego lo que arde dentro.

Tenía tantas preguntas
que parecía un árbol cargado de pájaros invisibles,
un niño que grita al universo
esperando que el eco lo abrace.

Y, sin embargo,
con el tiempo aprendí algo:
que las respuestas no siempre llegan,
pero las preguntas también pueden ser hogar.

Que dudar no es debilidad,
sino la fuerza de seguir buscando.




Pero cuanto más profundo miraba el mundo,
más me daba cuenta:
las preguntas no eran puertas.
Eran espejos.

Cuando tenía todas mis preguntas,
no sabía que también era yo
quien las estaba inventando.

Creía que el universo era un acertijo,
que la verdad era un objeto escondido,
y que las respuestas vivían
en los labios de los sabios
o en los libros sin polvo.

Miraba el cielo como quien acusa,
esperando que alguna estrella se caiga
para revelarme lo que callan los siglos.

Pero el silencio —ah, el silencio—
me respondía más que mil palabras.

Y fue entonces cuando comprendí:
las preguntas no se responden.
Se habitan.




¿De qué sirve una respuesta si no cambia nada?
¿De qué sirve la certeza si mata la maravilla?
¿Y quién soy yo para exigirle sentido
a un mundo que florece sin explicación?

Tal vez fui arrogante al pensar
que el misterio estaba afuera
y no dentro.

Porque cuando tenía todas mis preguntas,
me faltaba lo más esencial:
el oído interno,
el lenguaje del asombro,
la capacidad de no entender...
y aún así, seguir.



Ahora ya no las tengo todas.
Algunas se han disuelto en los días,
otras se han transformado en actos,
y muchas simplemente se volvieron
parte del respirar.

Ya no pregunto por la eternidad.
Prefiero vivir cada segundo como si ya lo supiera.

Ya no pregunto qué es el amor,
porque entendí que amarlo sin saberlo
es también una forma de sabiduría.




Cuando tenía todas mis preguntas,
no era sabio.
Era joven.

Ahora que tengo el silencio,
me he hecho viejo de espíritu,
pero fértil de alma.

Porque comprender no es tener respuestas,
sino aprender a preguntar mejor.

Derechos de autor ©️


~Daniii

— The End —