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brandon nagley Jul 2015
(Spanish tongue)

Soy la campesino querubín esclavo
En mía reina serpahim de amor-jaula.
Y incluso si ella fue a diere yo la llave
A descubrir mineself y ser gratis;
No habrías wanteth de todos modos es ,
Me encanta ser su sirviente ......
Me ama ser su esclavo .......


(English version)

I'm a peasant cherub slave
In mine queen serpahim's love-cage.
And even if she was to giveth me the key
To unlock mineself and be free;
I wouldst not wanteth it anyway's,
I love being her servant......
I loveth being her slave.......





©Brandon nagley
©Lonesome poet's poetry
Kiara del Valle Aug 2014
Viendo fotografías tuyas, descubrí senderos que se me olvidaron existían

Observando tus fotografías, descubrí que siempre fuiste a un paso acelerado

y en mi encierro,

perdí tu silueta, perdí los sentidos… perdí el paso

Unidas bajo el sello de un primer amor nos hicimos de ideas que iban más allá de nuestras manos

Y por un momento estuvimos en el mismo plano.

Viendo tus fotografías, vi paisajes que solo puedo ver en momentos encerrados

Observando bien las fotografías, pude notar como el tiempo te ha tratado

Tus fotografías me hablan

y yo les hablo a ellas,

les digo todo lo que en mi boca se deshace cuando mis sentidos te sienten cerca

Lo suficientemente cerca…

Observando fotografías tuyas, quise imaginarme en cada una de ellas,

pero vas demasiado rápido,

yo sigo haciendo de los errores el especial del día,

y sigo perdiendo el paso

No te puedo detener,

No tengo control

y de toda esta aventura, eso de ti me fascina

No quiero detenerte,

Quiero por un momento eterno alcanzarte

y en la misma página del libro de la vida encontrarte

Después de todo, ¿quien puede detener el mar?
KA Sep 2016
Mary, Bumby, Mousy, Rest of Gang...

Been thinking. Tough after all the electro-shock. But here goes.

What will Hemingway leave behind?  A few good books?  OK. That ought to be it for the obit. ‘He wrote a few good books.’  

Yes, there was the drinking and the hunting and the ******* and the fishing. And the talking about the drinking and the hunting and the ******* and the fishing. That was all good too. But that was for pal consumption. By invitation only.

Always hated the star part. Shy as a doe under this elephant hide. Only thing hated more than signing name on checks to the tax-man, signing it on dog-eared editions of The Sun Also Rises. But hating fame doesn't keep it away. Swat a fly, ten more appear.  

Do they read even the few good books anymore? Nope. Only people who read The Old Man And The Sea were thirty Swedish nitwits in Stockholm. The Nobel Prize for Nitwiterature.

So what has Hemingway left behind?  Well, this...

Every young punk with a Liberal Arts degree and a chinful of fuzz and his huevos bursting with juice, wants to be...Hemingway.

Two generations of them now. At least the one in the ‘30s had some politics, fought wars, fished fish, ****** ******. Knew how to read and shoot and drink and talk. A few even knew the back end of a bull from the front.

But this second one, these crew-cut corn-fed Eisenhower mommy-boys? Who’ve never seen a comrade shot dead at their side or an elk breaking cover at first light?  With their butts like the fenders of a ‘55 Chevy, unread paperbacks in the back-pockets of their chinos, babbling bits of Spanish to each other but never to Spaniards, the only hard muscle in their soft bodies that faithful drinking arm...  

They think all that is...being Hemingway.

In Havana, the Floridita was full of 'em. Couldn't go in there anymore. Key West the same. '59 encierro in Pamplona, punk comes up in the Txoko Bar, me talking quiet with Antonio after a good fight...  Wants me to drink from his **** bota.  Threw it in the street. Him after it. Can't go back there either. Won't be able to go anywhere soon.  World full of wanna-be Hemingways.

That’s all Hemingway’s really left behind. A bushy salt-and-pepper beard and an ever-faithful drinking arm.  

Time to check out, gang. A quick clean ****.

The sun also sets.

But here's the beauty part. Forty, fifty years from now, when all the wanna-be Hemingways are old and fat and their chin-fuzz is fried to bristle and their huevos are dried up like figs in a dusty street... But they still want to do it all like Hemingway...

They'll have to eat a shotgun too.

Adios.

-Hemingway
Me das tu cuerpo patria y yo te doy mi río
tú noches de tu aroma / yo mis viejos acechos
tú sangre de tus labios / yo manos de alfarero
tú el césped de tu vértice / yo mi pobre ciprés

me das tu corazón ese verdugo
y yo te doy mi calma esa mentira
tú el vuelo de tus ojos / yo mi raíz al sol
tú la piel de tu tacto / yo mi tacto en tu piel

me das tu amanecida y yo te doy mi ángelus
tú me abres tus enigmas / yo te encierro en mi azar
me expulsas de tu olvido / yo nunca te he olvidado
te vas te vas te vienes / me voy me voy te espero.
Madres desventuradas, pobres madres en duelo,
Vuestros gritos de angustia los oye siempre el cielo.
Dios, que guía en los aires al pájaro perdido,
A una misma paloma conduce a un mismo nido.
Madres desventuradas, ¡oh madres sin fortuna,
Siempre se comunican el sepulcro y la cuna!...
¡Cuántos secretos guarda la Eternidad sombría!

La madre cuya historia voy a narrar vivía
En Blois, su hogar quedaba contiguo a nuestra casa;
Lo que Dios da o permite lo tenía sin tasa;
Se casó con el hombre a quien amó rendida,
Y un hijo tuvo: el goce más grande de su vida.

La cuna parecía, bajo un blanco cendal,
Nido de encaje y seda, junto al lecho nupcial.
De noche, a ¡cuántos dulces ensueños se entreabría
Su corazón de madre, y cuál resplandecía
Su mirada en la sombra, cuando ahogando el aliento,
Sin sueño, y en la cuna clavado el pensamiento,
Incorporada oía, con maternal cariño,
La serena y tranquila respiración del niño!

Feliz, al verse madre, cantaba a toda hora;
Su vida, por lo alegre, semejaba una aurora.

Sentado en sus rodillas bajo el materno arrullo,
«¡Ángel mío!», decíale, loca de amor y orgullo;

Mil nombres inventaba para llamarlo, cuanto

Se inventa para un hijo: «¡Tesoro, luz, encanto!»

Lo alzaba, lo ponía sobre el seno. Después
Le devoraba a besos los sonrosados pies,
Tanta dicha en la tierra sueño le parecía...
Con sonrisa de ángel el niño sonreía.

Frágil trémulo, como cervatillo a que espanta
El ruido de una hoja que la brisa levanta,
Crecía, Para el niño crecer es vacilar.
Dio los primeros pasos. Después empezó a hablar,
Tres años tuvo, gárrula edad en que locuela,
La palabra, como ave, las alas bate y vuela.


«Hijo mío», decía con inefable goce;

«¡Cuán grande está, miradlo! Ya las letras conoce;
Pide vestidos de hombre. Ya no quiere el muy pillo
Ni dulces, ni juguetes, ni ropas de chiquillo.
Son el diablo estos niños de ahora. ¡Cómo aprenden!
¡Si todo lo adivinan, si todo ya lo entienden!
El mío irá muy lejos. Será hermoso su sino,
¡Y al correr de los años sabrá abrirse
camino!»
Y al mirarlo con ojos de orgullo y de pasión
Latir sentía en su hijo su propio corazón.

Un día -¡de esas fechas fúnebres quién no tiene!-
El crup, horrible buitre de las sombras, que viene
Siempre a traición, el vuelo para sobre ese techo
Que cubría tres seres felices; en acecho
Espera al niño; rápido cae sobre él; lo agarra,
Y en la garganta frágil hinca la artera garra.

Si acaso no habéis visto la horrorosa agonía
De esos pobres pequeños, de la tierra alegría,
No sabéis de amarguras, ni del dolor que mata.
Luchan y se retuercen bajo el nudo que ata
Sus gargantas; la sombra les invade los ojos
Que sin vida se mueven entre círculos rojos;
El aliento les falta... Se siente angustia y frío...
¿Por qué los niños sufren y uno vive, Dios mío?
Y surge de sus labios tan extraño extertor,
Tan triste y misterioso, que el alma con pavor
Parece oír en esos angustiosos quejidos
Del cuervo del sepulcro los fúnebres graznidos.

Silenciosa, furtiva, la Muerte entra a la alcoba,
Y de ese hogar la dicha como ladrón se roba.

Un padre y una madre de hinojos ante el lecho;
Lágrimas y sollozos que desgarran el pecho,
E impasible ante tanto dolor el infinito...
¡Oh, la palabra expira donde comienza el grito!

Con el alma transida por el dolor, la madre,
En tanto que a su lado lloraba el pobre padre,
Tres meses duró inmóvil, con aspecto sombrío,
Y los ojos clavados en el lecho vacío.

Triste, febril, sin fuerzas, a nadie respondía;
Y a veces en voz baja repetir se le oía
-Los labios temblorosos y el pensamiento fijo-
Como hablando con alguien: «¡Devuélveme a mi hijo!»


El médico, entretanto, viendo dolor tan hondo,
Tanta amargura, al padre decía: «No respondo

De su salud si sigue tan triste y silenciosa;
Es fuerza distraerla, que piense en otra cosa,
Que salga de su encierro».

Pasó el tiempo. Y un día
Volvió a sentirse madre.
Junto a la cuna fría

De aquel ángel efímero recordando el acento,
Sola, muda, dejaba vagar el pensamiento.

Y el día en que de pronto sintió la sacudida
De un ser en sus entrañas, nuncio de amor y vida,
Palideció. «¿Quién llama?
¿Quién viene de otro Mundo?»

Dijo con hondo acento de un gran dolor profundo;
Y en lágrimas de fuego bañadas las mejillas,
Y ante la cuna sola postrada de rodillas:
«¡No... no quiero! clamaba, «porque tendrías celos»

«Tú, mi ángel dormido, que todos los anhelos
Te llevaste y los sueños de mis felices días»;

«Ya otro ocupa mi puesto», sollozando dirías;

«Mi madre lo ama, ríe... lo besa, y yo entretanto
Sin el calor de un beso duermo en el Camposanto,
Olvidado de todos, tiritando de frío...»

«No, nunca!...»

Así lloraba ese dolor sombrío.
Y por la vez segunda se vio madre. Dichoso
Dijo el padre: Es un niño. «¡Cuan rollizo y hermoso!»

Pero ella continuaba llorosa y abatida,
Y en el recuerdo antiguo de su amor abstraída.
Y al acercarle el niño, pensando en el ausente,
En el que fué en su cielo ráfaga refulgente,
Como en delirio trata de incorporarse, y mustia,
«¡Ese ángel está solo!», dice con honda angustia.

Mas de pronto, ¡oh milagro!, con aquel conocido
Acento que no olvida, oye al recién nacido
Que cerca de su seno, y en la sombra callada,
Murmura: «¡Soy el mismo, pero no digas nada!»
Si grande ser deseas, erige en alta cumbre
Tu fortaleza, y hazla para ti solamente...
Que a sus muros no pueda llegar la muchedumbre,
Que se alce inaccesible sobre la roca ingente.

Álzala en el orgullo de la cima inviolada,
En las rutas azules del águila y del trueno,
Reina de mármol blanco que mira a la hondonada,
Albo lirio de piedra sobre el azul sereno.

Que fulgure tan lejos en la roca bravía,
Tan lejos, que los hombres, absortos en su anhelo,
Crean mirar un nuevo resplandor en el día,
y no sepan si viene de la tierra o del cielo.

Haz tú solo el santuario de tu alma, el santuario
Donde la luz empieza, donde la sombra acaba;
y para que florezca tu ensueño solitario,
Esta palabra mágica: «YO», sobre el muro graba.

Después, duros cerrojos echa sobre la vida,
Aíslate y la puerta cierra al viento que pasa,
y si el techo te ahoga, busca al cielo salida
Para que venga el alma del cielo hasta tu casa.

Y allí en lo más recóndito de tu mansión secreta,
Altar de hierro y oro para tu fe levanta,
y ante ese altar, adora tu ideal de poeta,
y con tu vida a solas y con tu Ensueño, canta.

Canta el amor sagrado que tus entrañas quema;
Canta para que arrulles tu alma en la luz absorta,
Canta para los astros radiosos tu poema,
y si los hombres no oyen tus himnos, ¡nada importa!

Solo, divinamente solitario en tu encierro...
La soledad es fuerza y el mayor de los bienes,
Es el vuelo del alma que sube del destierro,
El umbral encontrado de perdidos Edenes.

Sólo una patria es tuya sobre el mundo: ¡tú mismo!
Canta, y cuando tu espíritu se hunda en la eterna calma,
Lleva el supremo orgullo, de la muerte al abismo,
De que vivir supiste la vida de tu alma.
Contento estoy con este cuarto humilde
de ventana a la calle y puerta al patio.
Acabo de almorzar, en él me encierro
Y en su cama me tiro largo a largo.

El campo duerme y hay silencio en casa,
tal vez chilla un molino o canta un gallo.
Mi cuarto fresco está y envuelto en sombras,
dejo tan sólo entrar un débil rayo.

Doblo la almohada, mi costumbre vieja,
echo mano al estante, un libro bajo:
Berceo, o Ruiz, o Rojas, o Cervantes,
fluyen, para mí solo, largo rato.

Cáeseme el libro, descabezo un sueño,
se abre una puerta, suenan unos pasos,
y una mujer morena se aparece
con un mate dorado en una mano.
Ezmarel Jun 17
"Entre Sombras y Silencio"

A veces me encierro en un mundo sin puertas,
donde nadie entra, donde nadie me toca.
Allí soy libre, allí no hay gritos,
no hay miradas que pesan,
ni dedos que juzgan.

Es una protección, lo sé,
como una manta hecha de pensamientos rotos.
La realidad queda lejos,
y aunque duela decirlo,
prefiero mi mundo sin relojes ni reglas.

Pero hay días en que algo me susurra,
una sombra en la esquina,
una cuchara, un vidrio, una cuerda de ideas
que no quiero pensar,
pero ahí están.

Y me asusto de mí,
de lo que callo, de lo que miro,
de lo que podría ser
si no resistiera,
si no luchara con uñas invisibles.

Estoy cansada, sí.
Pero aquí sigo,
dentro de esta tormenta que a veces me abraza,
a veces me empuja,
pero nunca me suelta.
Entonces empieza a estallar,
mi pecho va a colapsar,
mi cabeza, hecha pedazos
se comienza a fragmentar.
Me trago los cristales,
desgarro mi voz quebrada
para no decirles nada.

Debería haber sabido
desde el principio lo
miserable que sería.
Soñar con la libertad
como si fuera sincera.
Pero soy tan egoísta
que no puedo perdonar
a este rencor
que me habita
y me impide caminar.

A costa de mi alegría,
renuncio a la salvación,
mi corazón, ya golpeado,
no merece redención.
Olvidaré lo soñado,
olvidaré el bienestar.
Para alguien como yo,
no hay escapatoria del dolor.
Quemándose hasta las cenizas.

Con una herida profunda,
lo azotaba sin sentido,
floreciendo un carmesí
que no había yo pedido.
No pedí nacer siquiera,
pero aquí estoy, aún con vida,
aunque llore sin medida,
aunque dude si respiro.

Mi espejo está quebrado,
no puedo encontrar todos sus pedazos.
Y en este cuerpo cansado
ya no quedan más abrazos.
Debo forzarlo a brillar,
aunque sangrando al hacerlo.
Abrir el pecho y mostrar
cómo late lo interno.

Brindemos por estar presentes
a tu lastima organizada,
mirando tu falta de amor,
imaginando estar roto
como una forma de ardor.
Que giren a verte, sí,
aunque sea por horror.
Tu deterioro es evidente
pero no causa emoción.

Tú creaste tu prisión,
no te quejes del encierro.
El hipócrita que acusa
sabe bien que está enfermo.
Estupefacto por las ideas
contradictorias,
de quienes en el mismo abismo,
eligen desesperados un aliento efímero.

Ni gateando con las manos
vas a salir de tu esfera.
Tu burbuja es espejimos
que ya nadie considera.
No te arrastres, que la pena
va a doler de forma entera.
Ven, que te abrazo despacio,
cosiendo cada parte que se sienta ajena.

— The End —