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Débil mortal no te asuste
mi oscuridad ni mi nombre;
en mi seno encuentra el hombre
un término a su pesar.
Yo, compasiva, te ofrezco
lejos del mundo un asilo,
donde a mi sombra tranquilo
para siempre duerma en paz.Isla yo soy del reposo
en medio el mar de la vida,
y el marinero allí olvida
la tormenta que pasó;
allí convidan al sueño
aguas puras sin murmullo,
allí se duerme al arrullo
de una brisa sin rumor.Soy melancólico sauce
que su ramaje doliente
inclina sobre la frente
que arrugara el padecer,
y aduerme al hombre, y sus sienes
con fresco jugo rocía
mientras el ala sombría
bate el olvido sobre él.Soy la virgen misteriosa
de los últimos amores,
y ofrezco un lecho de flores,
sin espina ni dolor,
y amante doy mi cariño
sin vanidad ni falsía;
no doy placer ni alegría,
más es eterno mi amor.En mi la ciencia enmudece,
en mi concluye la duda
y árida, clara, desnuda,
enseño yo la verdad;
y de la vida y la muerte
al sabio muestro el arcano
cuando al fin abre mi mano
la puerta a la eternidad.Ven y tu ardiente cabeza
entre mis manos reposa;
tu sueño, madre amorosa;
eterno regalaré;
ven y yace para siempre
en blanca cama mullida,
donde el silencio convida
al reposo y al no ser.Deja que inquieten al hombre
que loco al mundo se lanza;
mentiras de la esperanza,
recuerdos del bien que huyó;
mentiras son sus amores,
mentiras son sus victorias,
y son mentiras sus glorias,
y mentira su ilusión.Cierre mi mano piadosa
tus ojos al blanco sueño,
y empape suave beleño
tus lágrimas de dolor.
Yo calmaré tu quebranto
y tus dolientes gemidos,
apagando los latidos
de tu herido corazón.
No creo que sea dejar ir,
pero tampoco quedarse,
como dar algo que no tienes,
pero ¿cómo no darlo todo?

¿Qué forma le das al tiempo,
esa geometría que encaje contigo
pero sin llegar al egoísmo
o al olvido exterior?

Encontrar alguna señal o sinfonía
entre los enredos de una lengua
que al final no quiere hablar
o tratar de enredárnosla para remisir.

Pero al percibir esa conexión jamás tactada,
que te hace darte sentir
como si vives realmente por primera vez,
como si sintieras que vives otra vez

Tampoco es dejar ir
si regué todo este campo con mi sudor,
tanto que, si me voy,
por más que el suelo grite que es mío,
el cielo refleje mis ojos
y la brisa empape mi aroma,
si alguien más está aquí cuando no esté ni mi sombra,
al final nunca fue mío.

Por más camino y por más verde,
nunca fue mío.
Lo florecí, yo lo regué de mí,
pero antes de mí ya estaba.
Ya había brisa, ya había cielo
y ya había tierra.

Quedarse…
pero las brasas del sol adhieren mi piel al suelo.
Por más lunas, nuble o llueva,
siempre regresa al amanecer.
Siempre llega el día a derretir mi reloj
que marca mi horario.

¿Qué geometría le pondré ahora al tiempo?
¿Qué tenía que vestir?
¿Quién soy yo?

Soy de este verde,
este cielo con mis pupilas
y esta brisa de mí…
pero ¿quién soy yo ahora?
¿Quién era yo antes de sudar esto
hasta que germinara,
antes de que mi piel se adheriera al suelo?

Irme,
pero sin mi piel,
sin mis ojos,
dejar el viento que refrescaba mis noches,
sin mi aroma,
pero sin tener que esperar
a que los vapores llegaran
a tapar el sol.

Pero bueno…
¿Entender a la lengua
o tratar de enredármela yo?
¿La lengua quiere que la entienda?

— The End —