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Llegaste un día hasta mi casa,
hasta mi puerta doctoral;
de un alamillo eras la sombra,
frío, sin hojas, otoñal.

Con tu presencia ya decías
más que pudieras hablar,
y me dijiste lo preciso
que no olvida nunca más.

En toda clase de oleajes,
felicidad, adversidad,
te he recordado a cada hora
y ya no hay tiempo de olvidar.

Que Dios te tenga en su regazo
amplio y movible como el mar,
con lo que guarda entre sus dedos
hechos de lumbre sideral:
haces delgados de colinas,
riendas briosas de cristal,
nubes de invierno y de verano,
conos de luz y oscuridad.

Que Dios te tenga en su regazo
y no te avente al alentar.
Una corriente de brazos y de espaldas
nos encauza
y nos hace desembocar
bajo los abanicos,
las pipas,
los anteojos enormes
colgados en medio de la calle;
únicos testimonios de una raza
desaparecida de gigantes.

Sentados al borde de las sillas,
cual si fueran a dar un brinco
y ponerse a bailar,
los parroquianos de los cafés
aplauden la actividad del camarero,
mientras los limpiabotas les lustran los zapatos
hasta que pueda leerse
el anuncio de la corrida del domingo.

Con sus caras de mascarón de proa,
el habano hace las veces de bauprés,
los hacendados penetran
en los despachos de bebidas,
a muletear los argumentos
como si entraran a matar;
y acodados en los mostradores,
que simulan barreras,
brindan a la concurrencia
el miura disecado
que asoma la cabeza en la pared.

Ceñidos en sus capas, como toreros,
los curas entran en las peluquerías
a afeitarse en cuatrocientos espejos a la vez,
y cuando salen a la calle
ya tienen una barba de tres días.

En los invernáculos
edificados por los círculos,
la pereza se da como en ninguna parte
y los socios la ingieren
con churros o con horchata,
para encallar en los sillones
sus abulias y sus laxitudes de fantoches.

Cada doscientos cuarenta y siete hombres,
trescientos doce curas
y doscientos noventa y tres soldados,
pasa una mujer.
I was supposed to write
So many more poems about you
But all I have left
Is the fading scent
You left on my jacket
Salta la palabra
adelante del pensamiento
adelante del sonido
la palabra salta como un caballo
adelante del viento
como un novillo de azufre
adelante de la noche
se pierde por las calles de mi cráneo
en todas partes las huellas de la fiera
en la cara del árbol el tatuaje escarlata
en la frente del torreón el tatuaje de hielo
en el **** de la iglesia el tatuaje eléctrico
sus uñas en tu cuello
sus patas en tu vientre
la señal violeta
el tornasol que gira hasta el blanco
hasta el grito hasta el basta
el girasol que gira como un ay desollado
la firma del sin nombre a lo largo de tu piel
en todas partes el grito que ciega
la oleada negra que cubre el pensamiento
la campana furiosa que tañe en mi frente
la campana de sangre en mi pecho
la imagen que ríe en lo alto de la torre
la palabra que revienta las palabras
la imagen que incendia todos los puentes
la desaparecida en mitad del abrazo
la vagabunda que asesina a los niños
la idiota la mentirosa la incestuosa
la corza perseguida
la mendiga profética
la muchacha que en mitad de la vida
me despierta y me dice acuérdate
Jugamos en el jardín,
corremos como dos locos,
sin fin,
mientras las hienas se burlan
de nuestra energía que nunca se esfuma.

Si ves, la ira y la tristeza
se evaporan como promesas
que caen de nuestras mejillas.

Y tú estas allí,
con tu cuerpo pudriendose
bajo un árbol de manzanilla,
una paz fingida, una muerte sencilla.
Tu cartel de desaparecida,
quedará abajo de la que siga.

Si ves, el dolor y la fealdad
también son ideales para el jardín.
Adorna y colorea esos sentimientos,
los encontraras tirado en los desechos.

En un mundo tan grande,
que gira en nuestro alrededor,
nos estan haciendo trampa,
nos tiran al piso,
mientras las hienas se burlan
de nuestra incosciencia,
la pisan con su supuesta experiencia.
En un mundo tan hermoso,
bailamos y lloramos
bajo los cadaveres de otros.

Cada pelea, cada discusión,
es una excusa, otra combustión.
Nos desahogamos a tiros,
mientras las hienas disfrutan la cena.

Conceptos como el amor,
una forma de seguir adelante,
cuento escaso,
se nos va como agua entre los brazos.

Se juntan en rebaños,
burlándose sin detenerse,
las hienas babean por devorar,
se escuchan  sus risas,
nos muerden sin parar.
Incluso poniéndole color a la vida
es tan fácil desechar.

En este ridículo mundo,
estamos gritando,
rompiendo los muros
mientras las hienas
aplauden con grandeza
al espectáculo de entremesa.
Si algo les molesta,
cambian de canal,
como si todo fuera parte de un comercial.

Incluso nos mientes y borran la verdad,
inventan historias con un lindo final.
Nosotros que sobrevivimos,
a ellos les caemos mal.
No dejan que levantemos la cara,
nos hunden hasta que no haya más nada.

En el final de este mundo podrido,
nos roban las luchas,
nos dejan vencidos,
nos cosecharán como flores
marchitas del ruido.
Todo es un show para su comodidad,
algo que mirar,
antes de cambiar de canal.

— The End —