Porque la mayor prisión
no es la impuesta
por la sociedad
o las circunstancias,
sino aquella
que uno mismo construye,
sin darse cuenta.
El pensamiento
libre no solo es un refugio;
es una herramienta poderosa
contra la indiferencia
y la manipulación:
El arte de la liberación.
Ante las inevitables
cargas de la vida:
los agentes tóxicos,
lo alterado
y lo superficial.
Las incongruencias
generalizadas,
la masa maleable,
la falsa necesidad,
la codicia y la ambición.
Ante la invasión de
las redes sociales,
la prensa y la televisión,
que nutren la confusión,
invasores el pensamiento
que sepultan la claridad.
A través del pensamiento
libre, la firmeza,
la resistencia
y el paso, día a día,
hacia la acción:
Mediante el infalible
principio:
Pienso por mí mismo,
digo y hago,
en pos de evolucionar
por y para bien,
tanto para uno mismo
como con los demás:
Renovación constructiva,
enfrentamiento
y transformación.
¡Nada de estancarse,
nada de conformarse,
nada de toxicidad,
nada de sombras
ni anclas!
Remando hacia adelante,
sin dar pasos atrás.
Para ello: conocimiento,
ingenio,
profundidad espiritual
y claridad mental.
Tanto tiempo dedicó a la
limpieza de las semillas
del pensamiento,
libre de influencias
tóxicas o alteradas,
tanto de sí mismo
como del exterior,
que no
solo quedó liberado
de sí mismo,
y de las influencias
tóxicas del exterior,
sino
que fue absorbido y
esculpido por su
propia determinación
y condición:
En lo más profundo
de su esencia.
Y por todo su pasado,
cada caída y cada renacer,
su presente y futuro,
forjados en el mismo
día a la vez,
por el arte de
la liberación,
es el que ahora es:
Indómito,
autodidacta.
Indomable,
persistente
y resistente:
Como una roca.
¿Y tú?