Un camino hacia lo profundo,
que no solo lleva su tiempo,
sino que también requiere
mucha profundidad.
Una sensación indescriptible,
un fluir armonioso
con un todo universal.
Un regalo del instante,
un don reservado
para quien lo sabe apreciar.
En un espacio adecuado,
escuchando y sintiendo
el aquí y ahora del lugar.
Es estar fuera de la mente,
en conexión con lo profundo,
en absoluta soledad:
armonía, quietud y paz.
Dando lugar a una presencia
activa, cuerpo, mente
y espíritu:
en perfecta unidad.
Es el arte del silencio,
fuera de la mente...
lo más cercano a la esencia
que podemos alcanzar.
Un sendero hacia lo más profundo,
que no solo lleva su tiempo,
sino que también requiere de profundidad.
Un don al alcance solo
de quienes lo sientan,
lo vivan,
verdaderamente
lo quieran y lo cultiven
en soledad.
Cuando descubrió
el arte del silencio, nunca
deja de escucharle.
Seguramente, con su muerte,
el arte del silencio,
transformado y eterno,
más allá del tiempo:
Partirá con él.