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romgur73 Apr 21
Quiero oler tu rico cuerpo
Viajemos juntos por mi cuenta
Muy fuerte quiero abrazarte
Eres mi ser, eres mi arte
Y ahora estamos en mi cama
Donde tienes tu buena fama
Te pones brava y no gritas
Y veo cómo te marchitas
Tranquila, mami, es mi talla
Es pequeñito, no soy caballo
Alberto, un señor de 67 años, oriundo de la ciudad de Mendoza, exjefe de una pequeña vinoteca, vivía solo tras la pérdida de su esposa en un accidente de tránsito.

Era un hombre generalmente tranquilo, pero muy inestable, con problemas de salud como taquicardia, sudoración y temblores.
A menudo sentía un malestar innegable, algo constante que no lo dejaba estar en paz, pero luchaba por mantener la cordura.

Paseaba las calles y plazas de su ciudad murmurando "Dicen que el tiempo cura, pero nadie te dice cómo se vive sin la mitad de tu alma".
Siempre llevaba consigo un reloj de bolsillo, regalo de María, su difunta esposa, pero él no lo llevaba para ver la hora, sino como un recuerdo de su mujer.

Un día fue a visitar a Miguel, un excompañero suyo. Encendió el motor de su Ford Falcon amarillo modelo '81, después de mucho tiempo sin uso y se dirigió a un pueblo a las afueras de la ciudad.
La tarde había quedado atrás. La oscuridad había empezado a caer. Pocas luces. Mucha niebla. Ver a distancia era casi imposible.
Durante el viaje, llorando, recordaba a María mientras sonaba Spinetta en la radio, el que solían escuchar juntos.
Revisando el maletero, como si buscara algo que no sabía que necesitaba, encontró una foto de ellos dos.
El corazón le latió fuerte. Tanto, que empezó a sentir un dolor agudo en el pecho.

En un momento, se encontró con un camión que venía perdiendo el control, giró el volante y se tiró al costado. Desconcertado y sin ver nada, terminó conduciendo derecho hacia un abismo.
Fueron cientos de metros en caída libre.
Todo quedó destrozado. Solo el reloj sobrevivió. Todavía marca la hora.
Los minutos.
Los segundos.

7:10 am.
La visión se quebró.
romgur73 Apr 9
Mi cabeza está loca
Por besar tu rica boca
¿A qué esperas? mi chimbita
¿Por qué vienes despacito?
Cansada quedas en tu casa
Y cada noche te lo pasa
Enciendes siempre tu pantalla
Y yo soy nadie, tú me fallas
romgur73 Apr 7
Me encanta cada vez contigo
De cualquier cosa yo te pido
Y lo mejor que es en tu piso
Tus ojos, pelo y tu sonrisa
romgur73 Mar 28
Y él te toca y toca
Sabe el sabor de tu rica boca
Mientras veo en la ventana
Lamentablemente nada
Empezamos este camino pensando que iba a ser sencillo, soñando con llegar a la luna, creyendo en la infinidad de nuestros años, aún siendo conscientes de que todo tiene un inicio y un final, pensábamos que el fin quedaría distante, tan lejano como la luna misma.
Pero yo siempre miré al cielo sabiendo que todo lo puedo en Cristo que me fortalece, y así fue,
partimos en ese viaje.

El camino no fue recto, sino un entramado de senderos desviados y bifurcaciones inciertas,
donde cada paso cargaba el peso de decisiones y cada tropiezo era una lección que ardía en la piel.
El futuro se volvió un abismo de incertidumbre que se hacía cada vez más grande con cada paso que dábamos.

En medio de todo, llegamos a un hermoso lago, pero pronto descubrimos que no era agua tranquila, sino un río impredecible, un huracán que giraba sobre sí mismo.
Mezclaba pasado y presente, arrastraba sueños rotos y esperanzas nacientes.

Entendimos que el camino era la prueba y el tiempo, el juicio.
Pero no uno imparcial, sino un reflejo de nuestras propias luchas y silencios.
Porque en cada caída, en cada cicatriz, en cada decisión que tomamos,
le arrancamos un fragmento al tiempo para hacerlo nuestro.

Empezábamos a encontrar ese final ya cercano,
como si fueran las últimas páginas de un libro,
y recordábamos todo lo que escribimos con tinta sobre el papel de nuestras vidas.

Finalmente, llegamos a ese punto inevitable,
donde el polvo del camino se asentó y el eco de nuestros pasos se desvaneció.
Dios, contento al ver nuestra valentía,
sonreía desde el cielo.
La luna, llena de alegría, brillaba como nunca.
Y ya en el final del camino, nos miramos a los ojos para darnos cuenta de lo que el tiempo hizo con nosotros y de lo que nosotros hicimos con el tiempo.
Lo siento,
no porque lo lamente,
sino porque realmente lo siento.

Perdona,
si te hice llorar,
Perdona,
si causo dolor.

Es algo que no esta en mi control,
Perdona pero hoy te digo,
Adiós.

Perdona,
pero de ti me olvidado,
ya no te amo.

De otra alma,
me he enamorado,
de un ser divino.

Un ser divino,
un buen amor.

De un ser distinto,
un ser adorable.

El me enseño a perdonar,
y valorar.

El me enseño lo que soy,
y que puedo alcanzar.  

Hoy te digo adios,
y..

Lo siento,
no porque lo lamente,
sino porque realmente lo siento.
Pobre de mi,
no porque sufra de escasez,
sino por la perversidad de tu amor,
desde el primer día estaba condenado,
te amé y firmé mi sentencia,
pobre en pena, pobre de olvido,
desdichado, mísero, perdido,
pobre, prisionero de tu conjuro,
vidente de mi mala fortuna,
fui tu muñeco vudú.

Pobre de mi,
pobre en amor propio, pues se ahogó en tus aguas,
y quizás nunca retorne,
pobre en seguridad, tenías la llave de mi corazón, ya no hay latidos, solo ecos de lo que alguna vez fue, te vestiste de cordero, pero me arrancaste el alma con garras de lobo.

Pobre de mi,
pues, mis venas secas ya no sienten el pulso,
pobre en vida, fuiste la bala que marcó mi final, una parte de mí murió el día en que te vi.
Matías Soto Feb 21
Estoy con un libro y la brisa de compañía
mientras la vida susurra secretos al oído,
dejando que la brisa acaricie mis pensamientos
apreciando el presente y expresando mis sentimientos.

Vaya que es necesario sacarlo de adentro
liberarlo con un trazo que despierte sentimientos
a través de un lápiz, un pincel o el cuerpo en movimiento
si el alma lo pide, déjalo fluir sin freno.
Matías Soto Feb 21
Hay sonidos que dan paz,
aquella que se siente en la mente.
Hay momentos que brindan paz,
esos que la piel misma siente.
Hay personas que traen paz,
las que te acompañan incondicionalmente.
A veces, en la vida, lo único que anhelamos es paz.
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