El tiempo, caprichoso por enseñarme, me ha dado lecciones inolvidables, tatuadas en mi alma, como adorno férreo de los desaciertos de la vida.
Cometí mil errores. De ellos no me arrepiento. Me han convertido en el hombre que soy ahora.
Tropecé tantas veces, que hoy me cuido menos. Sacudo rápido el polvo para continuar mi camino.
La vida es corta, no puedo detenerme a mirar atrás.
Me esmero por aprender temprano, y no repetir los pasos que di en caminos fallos.
Hoy la luz es opaca, como el sol tras negras nubes de mayo. Opaca por la ausencia de estrella que me guíe, y caliente mi cuerpo en las noches. Pero nada ciega mis ojos, ni enmascara mi vista.