Quiero ser libre al fin. Libre de pensarte y callarlo. Libre de tu necesidad imperiosa. De los pecados faustos que se albergan en mi cabeza y te nombran a ti.
Quiero ser libre y no lo logro. Me albergo en mis pensares como si no existiera mundo exterior.
Me reprocho un comportamiento que me resulta inevitable.
El corazón decidió guardarte un espacio eterno.
Y así pasan los días sin eximo de tus recuerdos.
Pensarte ha sido una condena placentera y adictiva, como la metanfetamina y los mejores vinos.
Como las pastillas para dormir que no tomo nunca, para liberarme de tus sueños.