Un fantasma roza mi cuerpo en las noches más oscuras. Se queda conmigo, como eterno, mientras mis ojos descansan cerrados.
Llega como el otoño, cuando en mi pecho las flores se secan, y las hojas caen a morir por siempre. Agraviante y macabro, ****** las lágrimas que se anidan en mi almohada.
Un fantasma me acompaña cuando los sentimientos me ahogan. Juega conmigo, me abraza, se convierte en una parte insatisfecha de mi ser. Egocéntrico y despiadado como jamás.
Me resigno aún sabiendo el daño que procura. Continúo mis pasos apostando por la vida. La frente en alto y el corazón guardado en una bóveda de acero y granito.
Puntual e insano, el quebranto se ha convertido en un fantasma que me persigue indómito.