Nunca te bajé la luna ni te regalé estrellas. No merecías tan poco. Y aunque te dí mi cariño, no fue suficiente.
Me pregunto si en realidad lo nuestro fue un adiós, o un hasta luego.
Escucho cantar a Arjona y maldigo a mi reproductor. Él no entiende de nostalgias indomables. Y aún así lo maldigo.
Una bala tus recuerdos. Mi conciencia la pistola. Una bala tus recuerdos, destrozando cada neurona en mi cabeza. Y de esa manera juego a la ruleta rusa, con cada suspiro que tararea mi pecho, como si fuera su himno.