Nuestros pasos tomaron rumbos distintos. Pero nunca te perdí.
El hilo rojo que nos ató aquel martes tan inolvidable, se ha extendido como nunca, pero jamás podrá romperse.
Las huellas que marqué en tu piel, se mantienen frescas como la hierba bajo el rocío de la mañana.
La música que entre tus piernas escuchaba antes de dormir, sigue siendo mis buenas noches cuando mi mente no calla.
Ya no te extraño, no. Te necesito notoriamente. Ya no te amo, no. Amarte fue un fracaso que no volveré a cometer.
Ahora te quiero para mí, para celar tus ropas cortas y tus miradas maquilladas. Para pelearte por tus faltas y arroparnos luego bajo las sábanas, dejando junto a la ropa nuestros problemas.
Ahora te quiero para mí, cuando tenerte no puedo. Y no eres un capricho, no. Tú eres adicción.