Y lo sé, mi amor, que aún no te vas. Pero si llega mi vieja mala suerte, si el destino me mira de reojo, por favor, no me digas adiós.
Si no, lléname la nevera de besos y abrazos que no se enfrían, por si me muero de hambre y no de pena, por si me faltan tus labios en las madrugadas.
Esconde piezas de ti debajo de las almohadas, entre sábanas y bolsillos, para hallarte en los días donde el sol olvide mi nombre.
Lo sé, mi amor, no es tiempo de marcharse. Pero si el reloj tropieza con mi sombra, si el adiós se asoma sin permiso, por favor, no me lo digas. Solo quédate un poco en cada rincón donde te soñé.