Te extraño, aun cuando sé que no debería. Quisiera correr a tus brazos, aunque sé que no me harías espacio. Quisiera abrazarte, oler tu olor único que aún vive en mi memoria, darte besos de cinco estrellas, como los que antes te regalaba sin pedir nada a cambio, solo que yo tocara tus labios.
Quisiera responder tus mensajes, tus llamadas perdidas, solo para contarte cómo me siento, para decirte mi verdad, porque mi corazón no sabe mentir, porque aún quiere entender lo que tú nunca supiste explicar.
Quisiera volver a tu burbuja, ver tu cara de cerca, perderme en tus ojos lindos como antes, como cuando aún creía que tú también me veías con los mismos ojos.
Pero no puedo… porque sé que si regreso, no vas a entender. Sé que quizás ya me olvidaste, que quizás ni te importaría. Y lo sé porque me has dejado en visto tantas veces, cuando más necesitaba ser vista.
Tu silencio me grita verdades. Cada vez que ignoraste mis sentimientos, me enseñaste que lo que yo sentía no valía mucho para ti.
Y sí, sí quiero responderte. Sí quiero intentar, sí quiero que funcione. Pero ya lo he intentado. Más de una vez. Y todo sigue igual.
Siempre soy yo la que siente más, la que cuida más. Y tú… tú das lo mínimo.
Yo me preocupo por ti, por lo que piensas, por cómo estás. Pero tú no haces lo mismo por mí.
Todo ha sido una historia a medias. Y yo ya no quiero seguir siendo invisible en algo que se supone que era para dos.