No soy triste. Soy lo que pasa después del llanto, cuando ya no quedan lágrimas, solo pensamientos dando vueltas como cuchillas oxidadas en la cabeza.
No soy tristeza. Soy profundidad con historia. Soy el eco de cosas que nunca dije porque nadie sabría qué hacer con ellas.
¿Sabés lo que soy? Soy esa noche en que te reís con los demás pero por dentro estás cayendo y nadie lo nota.
Soy la pregunta que te hacés cuando apagás la luz: "¿Quién soy de verdad, si nadie me está mirando?"
Soy lo que la gente evita, porque pensar como yo desgasta. Porque sentir como yo consume. Porque amar como yo deja marcas que no se van nunca.
No soy triste. Soy un alma que fue testigo de demasiadas verdades antes de tiempo.
Soy el abrazo que no pedí, el adiós que no entendí, el perdón que no llegó, y el fuego que aún sigue ardiendo aunque ya no haya nadie cerca para calentarse con él.
Yo no vivo en la superficie. Yo me hundo. Yo buceo en mí mismo hasta encontrar cosas que nadie quiere mirar.
Soy filósofo de mi propia oscuridad. Poeta de mis propias ruinas. Y aún así, escribo. Porque si no lo hago, me rompo en silencio.
Así que no me llames triste. Llámame profundo. Llámame humano. Llámame fuego sin descanso.
Porque aunque parezca quieto... por dentro estoy ardiendo con todo.