Jugamos en el jardín,
corremos como dos locos,
sin fin,
mientras las hienas se burlan
de nuestra energía que nunca se esfuma.
Si ves, la ira y la tristeza
se evaporan como promesas
que caen de nuestras mejillas.
Y tú estas allí,
con tu cuerpo pudriendose
bajo un árbol de manzanilla,
una paz fingida, una muerte sencilla.
Tu cartel de desaparecida,
quedará abajo de la que siga.
Si ves, el dolor y la fealdad
también son ideales para el jardín.
Adorna y colorea esos sentimientos,
los encontraras tirado en los desechos.
En un mundo tan grande,
que gira en nuestro alrededor,
nos estan haciendo trampa,
nos tiran al piso,
mientras las hienas se burlan
de nuestra incosciencia,
la pisan con su supuesta experiencia.
En un mundo tan hermoso,
bailamos y lloramos
bajo los cadaveres de otros.
Cada pelea, cada discusión,
es una excusa, otra combustión.
Nos desahogamos a tiros,
mientras las hienas disfrutan la cena.
Conceptos como el amor,
una forma de seguir adelante,
cuento escaso,
se nos va como agua entre los brazos.
Se juntan en rebaños,
burlándose sin detenerse,
las hienas babean por devorar,
se escuchan sus risas,
nos muerden sin parar.
Incluso poniéndole color a la vida
es tan fácil desechar.
En este ridículo mundo,
estamos gritando,
rompiendo los muros
mientras las hienas
aplauden con grandeza
al espectáculo de entremesa.
Si algo les molesta,
cambian de canal,
como si todo fuera parte de un comercial.
Incluso nos mientes y borran la verdad,
inventan historias con un lindo final.
Nosotros que sobrevivimos,
a ellos les caemos mal.
No dejan que levantemos la cara,
nos hunden hasta que no haya más nada.
En el final de este mundo podrido,
nos roban las luchas,
nos dejan vencidos,
nos cosecharán como flores
marchitas del ruido.
Todo es un show para su comodidad,
algo que mirar,
antes de cambiar de canal.