¿Dónde va el amor que no se dice? ¿Muere acaso entre los labios cerrados o duerme como un pájaro herido esperando que alguien le cure el ala?
A veces, la tristeza no grita, solo se sienta a tu lado, y te mira con los ojos del espejo cuando ya nadie más te está mirando.
Fui niño, fui sueño, fui lágrima, y entendí —sin que nadie me enseñara— que la vida es un libro de páginas rotas donde aprendemos a leer entre las heridas.
¿Para qué sirve el corazón si no es para romperse y volver a armarse? ¿Para qué sirven los ojos si no es para ver más allá de lo que duele?
Una vez amé sin decirlo, y el silencio se volvió mi tumba. Desde entonces, cada palabra que digo lleva un grito que nunca escapó.
La gente cree que el tiempo cura… pero el tiempo solo enseña a caminar cojeando con estilo.
Hoy no quiero consuelo, quiero verdad. Quiero que el dolor se siente conmigo y me diga por qué existe.
Porque si el dolor habla, si la tristeza piensa, si el amor duele… entonces, ¿qué somos?
Tal vez… somos humanos solo cuando lloramos, y filósofos solo cuando entendemos por qué.