No he de rendirme yo ante las tempestades. No hay caminos perfectos. Tampoco obstáculos imposibles. Buena fe para mis pasos. Mente abierta y frente en alto.
No he de rendirme yo porque no soy débil. Mi madre crió un guerrero y la vida me enseñó a levantarme, tras cada caída. A sacudirme el polvo para volver sin miedo. Porque quien viene de abajo no teme a los golpes. Los enfrenta.