Soy el garabato de aquel verso,
que no ha escrito ningún poeta.

Un suspiro inquebrantable,
arrancado de un insomnio agotador.

El as de una baraja,
que desaparece bajo la manga
de un mago callejero,
y reaparece donde primero imagines.

Un hombre travieso
que en el cuerpo de un niño se esconde.

Soy la música que unos excluyen,
y otros prefieren.

Una mina de diamante,
para quien se gane mi cariño.

Soy sable y argumento.
Caída, precipicio y redención.

Soy el sol que se oculta
entre negros nubarrones,
y espera el momento cumbre
para realsarse con brillante luz.

El amor duele.
El tiempo pasa.
Las heridas sanan.
Las huellas se borran.
El pasado se olvida.
La vida continúa.

Título:* _Luces echas sombra_  

Ya no me alcanzan las olas del deseo,  
ni el eco dulce de las caricias perdidas.  
El amor, antaño un fervoroso fuego,  
descansa ahora bajo cenizas dormidas.  

Creí en las luces que prometían cielos,  
pero fueron faros de sombras inciertas.  
Cada caída fue un puñal en el pecho,  
y el sentir se disolvió en puertas abiertas.  

Hoy camino descalzo por senderos callados,  
donde la pasión, antes reina, se esconde.  
Vacío el cántaro de ilusiones quebradas,  
un alma marchita que al amor no responde.  

Pero en la penumbra encuentro un refugio,  
donde evito a toda costa lo que hiere.  
Y aunque mi pecho sea un desierto en letargo,  
brota en mi ser la paz que el tiempo prefiere.  

                          _Yorlan*_

Estoy esperando el amor
con ansias de niño pequeño.
No pido uno perfecto.
No busco lujos
que para mí son baratos.
Sólo disfrute para el cuerpo.
Alegría para el alma.
Sin compromisos de eternidad.
No hay necesidad de engañarnos.
Un polvo de buenos días.
Y noches eternas,
de revolcones en el colchón.

El amor aparece
donde menos lo esperas.
Viene solo a tí,
como conducido
por hilos invisibles,
que por mucho que se estiren,
terminan en el lugar correcto,
en el momento propicio.

Cupido y yo
ya no somos amigos.
Así que nada tiene que ver él.
Quizás fue tu sonrisa,
y la mirada que me dedicas.
O los besos
que nos dimos después.

Pero cuando el amor
es el que late en mi pecho,
el mundo cabe en mis manos.

Éramos.
Tan iguales
como la luz y la sombra,
afianzados a lo real
de un sueño utópico.

Tan iguales
como miles de sabores disfrazados,
de esos que se encuentran
con cada vuelta cósmica.
Y sin remedio los saboreamos,
hasta sentirnos hartos,
como para nunca olvidarlos.

Éramos.
Tan iguales
como el verano y el invierno,
como la playa salada
y los imponentes Alpes.

Y nos dijimos adiós,
tantas otras veces,
que ya ni nos creíamos.

Me van a hacer daño, sí,
eso ya lo tengo claro.
El amor es un veneno
disfrazado de buen vino,
de esos que todos
queremos probar,
y al final siempre
terminamos embriagados.
Y no por ello
dejaré de vivir al máximo.
Pero yo prefiero ser
el alcohólico anónimo
de la felicidad,
que otra alma vacía
vagando sin rumbo.

Escucho al aire pronunciar lamentos
que mis manos secuestraron.

Lloran las nubes, que no saben de amor.
Lloran mis ojos, que no saben de ti.

Fueron flores donde dibujé tu rostro,
para que su olor me recuerde tu perfume.

Inventé escusas para explorar recuerdos,
derribé recuerdos para armar mi vida.

Llené mi vaso de buen vino
con las virutas de mi corazón herido.

Y perdí el tiempo ganando el valor
que necesitaba cuando te dejé ir.

Devuélveme el corazón, si no te molesta.
No quiero los minutos perdidos entre nosotros,
ni las lágrimas que sobre tu almohada has derramado,
al no sentirte más entre mis brazos.
Quédate los placeres que te hicieron tan feliz.
Olvida las peleas y los kilómetros que nos sobraron.
Pero devuélveme el corazón, aún a trozos.
Alguien más lo necesita.

Mi vida se quema.
El humo del tiempo que perdí
intentando abrazarme
a una idea infértil
mancha mi conciencia.
Deserto de inquietudes
atadas a personas endebles
que aturden mi felicidad.
Mi ego va más allá
de creerme mejor que nadie,
sino mejor que ayer,
y no permitiré nunca
que tormentas vanales
me impidan progresar.

Si mañana no estoy,
recuérdenme por lo que fui.
No quiero ostentaciones,
que veneren vanamente mi persona.

Si mañana no estoy,
recuérdenme por mi poesía.
Por el libre albedrío
de mis libres versos.

Si mañana no estoy,
no lloren ni guarden luto.
Si fui feliz en vida,
entonces la muerte sabrá a gloria.

Sensaciones increíbles
encuentro al encontrar,
sus ojos hacia mis ojos.

Fuego en mis venas
quemando mi alma.
Un poco rota. A veces ilusa.
Siempre ardiente.

Ella sabe que la deseo.
Yo desconozco sus sentimientos.

Sólo sé de su sonrisa
al verme solreírle,
como un niño travieso,
acariciándola con la mirada.

Exquisito de nervios al besar,
la seda de sus mejillas.

¡Si fueran sus labios...!

Pocas palabras cruzamos.
Quizás temo ser yo,
quien termine enamorado.

Caminamos sin prisa.
Pasos sedosos.
Mi mano izquierda
sobre tu nalga.
Sonrisas brillantes.
Miradas recelosas.
Besos que no se gastan.
Así voy de tu lado.

Contigo quiero amor y lascivia.
Un viaje sin retorno.
Un comienzo de pasos suaves.

Avanzar entre encuentros súbitos.
Sin choques turbios ni hostilidad.
Sin lugar para la monotonía.

Sólo pasión, entrega y ternura.

Un amor espléndido y sereno.
Un amor que hile el destino.
Un amor frenético y maleable.

Donde los besos de miel no callen.
Donde griten las miradas con pasión.
Donde brillen los roces furtivos.

Fuego y piel sean el festín diario.
Risas sirvan de postre eterno.

Sin cadenas ni hastío que nos frenen.
Un amor sin tormentos insoportables.

Hasta que el tiempo nos haga infinitos.

Tu cuerpo... un paisaje,
que en mis sueños se dibuja cada noche.
Una escultura del demonio,
vestida con la piel
de un ángel afrodisíaco.
Tus gemidos, mi nana para dormir,
una nota musical que escucho
mientras mis ojos descansan placenteros.

Y mientras mis ojos descansan placenteros,
mi mente sólo piensa en posiciones nuevas,
en caricias perfectas y besos prohibidos,
destinados para el día bendito
en que nos volvamos a ver.

Destinaré todo un día
para nuestros placeres ladinos.
Y durante la noche,
te recordaré la felicidad
de estar entre mis brazos,
atada por mis besos de Judas
y mi mano de Midas.
Te haré eternamente mía esas horas,
en que nos volvamos a ver.

No perdonaré nuestras faltas pasadas,
si el encuentro grato queda
entre las paredes de mi habitación.
Te castigaré con golpes de seda
que te harán gritar por más.

La luna sentirá envidia
cuando quede opacada por tu luz.
Las estrellas serán rojo rubor,
si se convierten en testigos de nuestro fuego.
Todo el universo se congelará en el tiempo,
el día que nos volvamos a ver.

Buen vino para calmar la sed.
Mucho morbo para la pasión del cuerpo.
Pocas palabras. No serán necesarias.
Luego la marcha en silencio perpetuo.
Un secreto sólo de dos.

...mi mente te piensa cada noche,
y me repite todo aquello que te hará,
el día que nos volvamos a ver.

Contigo quiero algo más que ****.
No hablo de las flechas de Cupido
ni de ambiguos amores baratos,
claro está.

Me refiero a noches de desvelo
donde amanece doliendo el cuerpo
pero el corazón late feliz,
y osado.

Al libre albedrío del placer
fornido, recíproco y travieso,
que saca a relucir tus demonios
de ninfa.

Estrellas en el horizonte,
el viento me despeina.
Resucita mi sed de tí.

No imaginé
sentirme así contigo.
No es amor,
pero como te extraño.
Ya me estás haciendo
demasiada falta.

Necesito verte
otra vez,
vestida con el *****
de mi ropa.
Te hace lucir hermosa.

Que me hables tierno,
mientras me deleito
con tu olor.

Que mis dedos jueguen
con tus piernas.
A veces te excita.
Y eso me excita a mí.

¡Cuánto te extraño!.
Es fin de semana.
Será eterno.
Tu mirada surca
mi mente,
minuto tras minuto.
Parece una tortura.

Dicen que todos tenemos
un sexto sentido.
El mío me habló,
y yo le creí cuando dijo
que tu nombre
significa felicidad.

A ti, bruja de labios suaves,
te dedico mis versos.

La vida sabía que te necesitaba.
Por eso escribiste ese hola, y yo,
casi por instinto, te respondí.

Ese único beso esclareció mi vida.
Fue un beso hechicero.

No por el hecho de haberme amarrado.
Fue porque ya encontré un camino,
un fin, un porqué, y un por quién.

Desde aquel día ya no me besas,
sino que mantienes tu hechizo.

Intensa,
sensual,
maravillosa.
Podría decir que eres
todas esas palabras.
Y me quedo corto con ellas.

No eres perfecta.
¿Dónde estaría la diversión
si lo fueras?
Pero tú, mujer primavera,
que floreces en cada sonrisa,
tú eres única.
Y eso ya es perfecto para mí.

El tiempo.
Un maestro severo
en la escuela de la vida.
Bipolar y feroz.
Correr demasiado, agota el cuerpo.
Ir muy despacio, aburre al alma.

La vida gira como loca
bailando con pasos agigantados.
Nosotros jugamos su juego.
Quien se resaga pierde el paso.
El que se detenga a pensar,
pierde el rumbo.

Pero ahora se acerca el cambio.
El sol entra por la ventana.
Seca esas gotas de lluvia
que en mi pasado de insomnios,
me hicieron sentir un frío violento.

Visto mi piel con coraza de diamante.
Nadie podrá herir mi corazón.
Nadie llegará con dagas envenenadas,
a lo más profundo de mi pecho.

Viene el cambio y lo espero ansioso.
Me siento preparado para andar,
sobre verdes veredas,
y caminos de punzantes espinas.
No estoy solo. Dios es mi faro.

Viene el cambio y lo recibo feliz.
Ya no duelen las llagas en mi memoria.
Levanto la frente más que nunca.
Mi pecho es un hormiguero
de sentimientos y fe de gigante.

El humo del incienso se ha disipado.
Me siento un hombre nuevo,
vestido con ropas de niño travieso.
Ya no me envío cartas a mí mismo.
El Karma cínico, me pide perdón.
Cupido me abraza con hipocresía.
Pero ahora sólo yo, lanzo las flechas.

Si de felicidad preguntan,
les hablaré de poesía.
De esa que alimenta el espíritu
y libera la mente.

De música. Mucha música.
De ilusiones, y risas a carcajadas.

Hasta de un amor bonito, quizás...
Uno que llene por dentro.
Ese café viendo atardeceres,
de la mano de una mujer hermosa.

Podría decir muchas cosas lindas sobre ti.
Decir, por ejemplo, lo perfecta que te ves,
cuando me seduces con tu sonrisa.

Podría decir también que eres hermosa.
Que tu mirada tierna tiene
un encanto jamás antes visto.

Decir que tu cuerpo fue dibujado
por el mismísimo ángel Picasso.

Que no existe fuego mayor,
que aquel que mi cuerpo irradia,
cuando veo tus dulces labios
tentándome al veneno de tu boca.

Pero la noche es joven,
y nuestra ropa comienza a expirar.
Las palabras sobran y la luz estorba.
Por eso, mientras me emborracho de ti,
la apago, para encender tu cuerpo.

¡Para!.
No hagas tuyos
los problemas ajenos.
No eres acreedor
de servicios.

¡Continúa!.
Has sufrido
la tragedia
del amor.
Aún así,
sigues dispuesto
al cariño.

¡Para!.
La vida es corta,
pero hermosa.
No la vivas angustiado.
No la vivas en pausa.
Disfrútala.

¡Continúa!.
El mal tiempo
no es eterno.
Lucha por tus sueños.
Por propósitos
fieles a ti.
Y si no triunfas,
vuelve a intentarlo.

El sol me quema,
sonrisas en el viento.
El día sonríe.

Después de aquella noche
en que tus labios tocaron los míos,
el tiempo se detuvo
para vernos brillar.

Durante ese instante,
hasta las estrellas se opacaron,
sobrevolando nuestros cuerpos
para brindarnos un deseo.

Yo sólo pedí ser
el único habitante de tu piel,
el único amante de tu boca.

Ahora solo pienso en ese instante.
Volvería a repetirlo,
una y otra vez.