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Pobre de mi,
no porque sufra de escasez,
sino por la perversidad de tu amor,
desde el primer día estaba condenado,
te amé y firmé mi sentencia,
pobre en pena, pobre de olvido,
desdichado, mísero, perdido,
pobre, prisionero de tu conjuro,
vidente de mi mala fortuna,
fui tu muñeco vudú.

Pobre de mi,
pobre en amor propio, pues se ahogó en tus aguas,
y quizás nunca retorne,
pobre en seguridad, tenías la llave de mi corazón, ya no hay latidos, solo ecos de lo que alguna vez fue, te vestiste de cordero, pero me arrancaste el alma con garras de lobo.

Pobre de mi,
pues, mis venas secas ya no sienten el pulso,
pobre en vida, fuiste la bala que marcó mi final, una parte de mí murió el día en que te vi.
En la ventana de tu alma,  
veo reflejada la paz, esa que busco,  
encuentro tu luz, que enciende mi ser,  
vivo en tu querer, como un fuego abrazador,  
en cada abrazo sereno, me refugio en tu calor,  
cálido, como café en invierno,  
que quita el sueño, que aviva los sentidos,  
café como tus ojos, hechos cristales,  
transparentes, como ventanas,  
mirándome, mirándote,  
mirándonos,  
en la ventana de tu alma.

— The End —